'Uno debe inspirarse en su experiencia'
Ha sido fraile y abogado antes de entregarse a la escritura. William Brodrick se inspira en su historia familiar en su primera novela, 'La sexta lamentación', en la que examina el conflicto entre el bien y el mal, la redención y el perdón
William Brodrick está de acuerdo en que su vida tiene mucho de novela. Nacido en Inglaterra, fue fraile agustino durante seis años, después trabajó con personas sin hogar y luego estudió leyes. Pero apenas había empezado a formarse como abogado, cuando enfermó de cáncer. Y como la vida no ofrece segundas oportunidades, decidió no seguir ignorando el viejo impulso de la escritura. La sexta lamentación (Alfaguara) es una novela de suspense que remite a los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, a un monasterio del norte de Francia que dará cobijo a un oficial nazi. Cuando cincuenta años después la prensa británica lo descubre, el padre Anselm recibe el encargo del Vaticano de averiguar por qué la Iglesia ayudó a escapar a un criminal de guerra.
La novela está inspirada en las actividades de la madre de Brodrick como miembro de un grupo de la resistencia holandesa. 'Es un homenaje a la memoria de mi madre', asegura el autor.
En su caso se juntaron el deseo de escribir con su historia personal. Su madre le contó muchas cosas que pocos conocían. 'Supe que me estaban dando algo', declara. Entre otras cosas, tuvo conocimiento de la redada de Vel d'Hiv, tras las que 4.051 niños fueron deportados a Auschwitz. Diez años después de la muerte de su madre, Brodrick quiso recoger su espíritu.
'Uno tiene que inspirarse en su propia experiencia'. Cuando William Brodrick escribe, reconoce que se mete en cuestiones que le preocupan de verdad. En La sexta lamentación, aborda el conflicto entre el bien y el mal, la redención y el perdón. 'He querido que los personajes estuvieran luchando por hacer lo mejor en circunstancias casi imposibles, con imperativos morales muy claros'.
El escritor eligió Francia como escenario, porque pensó que era una buena metáfora para mostrar la presencia invasiva del mal. Es en el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial en el que Brodrick examina ese conflicto moral universal.
No es un libro sobre la Iglesia y el nazismo, aclara. En la novela, no se centra en la Iglesia como institución, sino en individuos que forman parte de la Iglesia. 'Son personas en circunstancias concretas que tienen que tomar decisiones concretas. En ese entorno se puede olvidar cualquier grado de heroísmo'.
El protagonista, Anselm, deja la toga por los hábitos, lo contrario que hizo Brodrick, pero aunque el personaje parece autobiográfico, no lo es. 'Quería un personaje que pudiera estar situado entre la fe y la razón, que albergara dudas y no tuviera respuestas'. Un monje que antes ha sido abogado encajaba en el entorno reflexivo que Brodrick buscaba, porque podía actuar como una persona normal y conectar con los lectores.
Con el monasterio y el padre Anselm, Brodrick ha podido crear un entorno que puede funcionar en otras novelas. Ahora mismo está entregado en el próximo caso de Anselm, una novela sobre un sin techo. Hay otros temas que le interesan como escritor, pero de momento ha encontrado el camino con el personaje. 'Como escritor, uno tiene que ser humilde y pensar que va avanzando con una sensación de incertidumbre, de búsqueda'.
Excelente acogida literaria
William Brodrick ha tenido una excelente acogida en su debut literario. La crítica ha visto en La sexta lamentación el mejor estilo de John Le Carré, pero él no puede mencionar a ningún autor de referencia concreto. 'Son las ventajas de escribir a los 40. Después de haber estudiado filosofía y teología y haber ejercido como abogado durante 10 años, ya he encontrado mi propio estilo', afirma. No puede apuntar ningún novelista, pero sí autores que han influido en su forma de pensar, asegura.El escritor inglés confiesa que no se propuso escribir una novela de intriga. 'No quería hacer un monólogo moral sobre la ocupación en Francia. Tampoco un libro sobre la Iglesia y el nazismo'. Su intención ha sido abordar cuestiones amplias, explica. 'He querido dirigirme a lectores normales, que se hacen profundas preguntas filosóficas y religiosas, pero sin escribir un libro elevado o erudito'. Tampoco se dedicó a investigar qué tipo de libro podía escribir. Fue más sencillo, admite, simplemente escribió el tipo de novela que a él le gustaría leer.