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Francia abre al tráfico el puente más alto del mundo

Imponente y majestuoso, como si éste hubiera sido siempre su lugar. Orgulloso, el viaducto de Millau se yergue en mitad del valle del río Tarn desafiando a la naturaleza. Se trata del puente más alto del mundo, una obra faraónica que Francia inaugurará hoy y que quedará abierta a la circulación automovilística a partir del próximo jueves. Cuando el conductor se adentre en las tripas de este inmenso paso elevado de 2.460 metros de longitud, 245 metros le separarán de tierra firme, y su cabeza quedará a 98 metros del punto más elevado del puente, el ya famoso pilar P2, un total de 343 metros, más de dos veces la altura de la Torre Picasso de Madrid (157 metros sobre rasante) y más alto que la imponente Torre Eiffel de París (324 metros).

Nada que parezca asustar a sus futuros usuarios, impacientes por dejar de sufrir los interminables atascos que caracterizan a esta región del sureste de Francia. El viaducto de Millau facilitará la conexión entre la ciudad de Clermont-Ferrand y Montpellier, al sur del país vecino, y por extensión, 'entre París y el Mediterráneo'.

Con esta fórmula la constructora Eiffage, autora del colosal proyecto y que lo explotará durante 75 años, deberá convencer a los miles de turistas que cada año atraviesan Francia hacia el sur, y a los transportistas, de que ésta es la vía 'más directa y menos costosa' (el peaje está entre 4,90 y 6,50 euros) entre la capital gala y España. De ello depende amortizar los 320 millones de euros que la empresa francesa ha invertido en su construcción, que, no obstante, no comenzará a dar ganancias hasta 2014. El puente representa sobre todo un reto tecnológico que no habría podido llevarse a cabo sin el sistema de navegación por satélite GPS para el ensamblaje de la plataforma, obra del arquitecto inglés Norman Foster, sujeta a siete esbeltos pilares. Semejantes dimensiones necesitaban una precisión milimétrica, cuyo margen de error no podía superar los tres milímetros, anulando así los métodos tradicionales de cálculo.

El ensamblaje de la plataforma, obra del arquitecto inglés Norman Foster, se ha llevado a cabo con el sistema de navegación GPS, con un margen de error inferior a tres milímetros

Dada la soberbia altura del viaducto, era necesario fortalecerlo frente a los fuertes vientos. El recuerdo del puente de Tacoma, en Estados Unidos, balanceándose como un simple columpio antes de caer al agua, en el año 1940, ha servido de lección a los posteriores proyectos, que se han ido sometiendo a concienzudos estudios.

Norman Foster revisó finalmente la configuración de la plataforma, prevista de forma triangular, y la diseñó trapezoidal, para limitar su impacto. Además, se han empleado técnicas especiales para resistir vientos hasta de 210 km/h y para reducir su incidencia en la conducción se colocarán pantallas de protección de hasta tres metros de altura.

Al abrirse camino en el valle del río Tarn, una de las zonas más protegidas de Francia, Foster realizó un diseño en el que se empleó el mínimo volumen de material posible para minimizar el impacto medioambiental en el impresionante parque natural regional de Grands Causses. La impactante vista desde la recién estrenada pasarela quizá seduzca a alguno de los 9.000 vehículos que la atravesarán el primer año de utilización, objetivo de los poderes públicos regionales, en búsqueda de visitantes de la región.

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