Lo que vendrá después de 2005
Que el próximo año va a ser menos dinámico en términos de crecimiento que el que estamos a punto de cerrar es una de las pocas cosas que los inversores tienen clara. Sobre todo, porque 2004 va a cerrarse como uno de los ejercicios con mayor nivel de crecimiento global. Eso es algo que los inversores ya descuentan a los precios actuales. La reciente subida de los mercados, así, sólo ha puesto los puntos sobre las íes, puesto que antes de empezar el último tirón de la Bolsa -en agosto- el balance del año ere plano.
Despejada, pues, la incertidumbre sobre 2004, queda por ver cómo aterrizan las economías. Se parte de la base de que está relativamente descartado, o al menos nadie se atreve a apostar por ello, que 2005 sea mejor que 2004, dado el sesgo alcista en los tipos de interés, el petróleo caro y una política fiscal que será restrictiva.
De lo que nadie tiene ni idea es de lo que vendrá a continuación del esperado enfriamiento. æpermil;ste, de hecho, puede producirse en la primera parte del año o en la recta final de éste.
Los últimos datos macroeconómicos de China y Estados Unidos -especialmente la creación de empleo- apuntan a que la desaceleración se notará pronto. Después podría venir la mejora... O podría no hacerlo. Al fin y al cabo, la política fiscal de Estados Unidos será a la fuerza restrictiva, por muy poca disciplina que guarde la administración. Y los efectos de este tipo de políticas no son inmediatos, sino que tardan un tiempo en hacer efecto. Algunas firmas consideran que, unidos estos elementos a la irrupción de China, el mundo tiene ante sí una etapa de baja inflación y bajo crecimiento.
No obstante, también hay argumentos a favor de una mejora posterior. Las condiciones de base están ahí, pues las empresas tienen dinero para invertir y existe capacidad de consumo en las principales economías del mundo. Hace falta, eso sí, corregir un desequilibrio aquí y otro allá. Una tarea que habrá de hacerse, claro está, en 2005.