Mal de altura en Estados Unidos
La subida de los mercados en el mes de noviembre ha sido tanto o más abultada en la Bolsa de Estados Unidos que en la europea. Precisamente han sido las fechas en las que más han cundido las apuestas de los gestores por sobreponderar renta variable del Viejo Continente en detrimento de la norteamericana, y con la última retahíla de mínimos en la cotización del dólar. Como suele ocurrir, cuando el consenso de mercado apunta en una dirección, las cotizaciones ya han emprendido el camino contrario.
La situación, no obstante, puede ser simplemente coyuntural. De hecho, la Bolsa de Estados Unidos ya ha sufrido en las dos sesiones transcurridas con posterioridad a la festividad de Acción de Gracias. Ello se debe a las malas cifras de consumo que adelantó el gigante Wal-Mart y que han venido a ser confirmadas hoy con el dato de la confianza del consumidor.
El viernes llega el dato más esperado, el de empleo del mes de noviembre. En caso de que decepcione, el mal de altura de Wall Street puede agudizarse, puesto que los inversores pondrían en cuestión la solidez de las subidas recientes. Pero, probablemente, un poco de dinamismo en el mercado laboral será suficiente para que los mercados aguanten los niveles actuales, obtenidos gracias a un rally de fin de año que, como los preparativos de Navidad, cada día se adelanta más en el tiempo.
Conocido es el viejo dicho de que cuando todo el mundo aconseja comprar hay que apresurarse a vender. Tras este refrán se esconde la lógica más simple. Siempre llega un punto en el que todos aquellos susceptibles de sumarse a la tendencia del mercado ya lo hicieron y, por tanto, el único escenario posible es el de la inversión de la tendencia. Como en el juego de las sillas musicales, quien espera a comprobar que la música ha terminado es, probablemente, el perdedor. Por eso en la Bolsa las cosas siempre pasan antes de la cuenta, porque no anticiparse es perder dinero.