Algunas secuelas de la mejora bursátil
La recuperación de los mercados experimentada desde 2003 ha creado la incertidumbre lógica que se genera mientras el mercado valora hasta qué punto está justificada la subida. Pero la propia mejora de las cotizaciones ha sido lógica. Si se mira hacia atrás, se puede opinar, por ejemplo, que Santander no podía valer 5,5 euros por acción. Pero también existían motivos que enfriaban el ánimo comprador.
Tiene poco sentido, en cualquier caso, perder el tiempo mirando al retrovisor. Los analistas dicen -como siempre- que la Bolsa tiene un moderado potencial alcista y que las perspectivas son moderadamente positivas. Dejando aparte lo que cada uno piense sobre la sostenibilidad del mercado alcista, lo cierto es que la aparición de éste ha resuelto algunos de los problemas que, a su vez, lastraban el mercado.
Uno de ellos, y no el menos importante, es el déficit de los plantes de pensiones de las grandes empresas estadounidenses. Muchas veces las empresas no pagaban una aportación fija anual sino que se comprometían a una pensión futura. En consecuencia, cuando la Bolsa cae las aportaciones de capital hechas por la empresa para pagar ese compromiso futuro pierden valor y se incurre en un déficit.
Las empresas, en otro de tantos episodios de contabilidad imaginativa, no valoraban este déficit o superávit en sus balances a partir del valor patrimonial de los planes, sino de cálculos teóricos sobre rentabilidad. Una decisión que, en la práctica, servía para ocultar quebrantos que llegaron a un cuarto de billón de dólares, según CSFB.
Actualmente, según otro banco de inversión, HSBC, este déficit se ha superado. Los planes de pensiones están infradotados en un 98%, frente al 85% de 2002. Eso supondrá un alivio para las compañías, que no deberán destinar recursos extra. El mal momento de la Bolsa era, en sí, un problema para la Bolsa. El de las pensiones es sólo un ejemplo de círculo vicioso. Hay muchos más, y por eso la simple subida de la Bolsa hace las cosas más sencillas.