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Secretos de despacho

Exquisita elegancia en Froriep Renggli

Dice que si algo le gusta, como buen suizo, es ser relojero, artesano y llegar al fondo de las cuestiones. Jean-Marie Vulliemin, nacido en Lausanne (Suiza) hace 46 años, es socio del despacho de abogados Froriep Renggli, con sede en Ginebra, y director de la filial española. Vaya por delante que no estamos ante el típico ejecutivo, ni mucho menos ante un abogado convencional. 'Me gusta ser diferente y divertirme'. Tiene instalado su despacho en un señorial edificio próximo a la Bolsa de Madrid. Como reparte el tiempo entre Madrid y Ginebra, el piso, exquisitamente decorado, hace la veces de vivienda y de lugar de trabajo, lo que provoca que muchos clientes y visitas sean invitados a invadir su parcela más privada. No le importa. 'Las relaciones personales son básicas. Soy muy sociable y a mis clientes me los gano con el trato personal. Se me da bien y es importante que entre ambas partes surja una relación de confianza', señala Vulliemin.

Las estancias son luminosas y el ambiente reposado, dos elementos indispensables para realizar su trabajo, en el que necesita combinar los cinco sentidos, a través de la música, la decoración y los pequeños detalles, como decorar una mesa con fruta fresca o disfrutar fumando una pipa. 'Necesito que haya armonía. Me cuesta encontrar mi espacio y le doy mucha importancia al entorno físico'. Compara su papel de letrado con el de un artesano. 'Un negocio es un trabajo minucioso, hay que mimarlo mucho'.

A Jean-Marie Vulliemin le gusta darle un toque personal a todo lo que hace. Y más si se trata de cuestiones estéticas. Cuenta que las oficinas de Ginebra están impregnadas de un tono blanco y con un estilo funcional, pero su despacho es diferente: ocupa una antigua cocina y durante meses se dedicó a levantar la madera del suelo, después quitó una moqueta que había debajo, hasta que dio con los antiguos azulejos. Lo decoró con madera y ahora se siente a gusto: 'Me siento como si estuviera cocinando, disfruto de mi despacho'. Procura vivir con intensidad. Por tanto, tampoco separa su vida laboral de la personal. 'No hay que levantar murallas, todo está unido. Yo no puedo ser abogado durante la semana y el fin de semana dejar de serlo. Mis clientes tienen derecho a saber quién soy y cuál es la filosofía de mi trabajo y de mi vida'.

'Mis clientes tienen derecho a saber quién soy y cuál es la filosofía de mi trabajo y de mi vida'

Tampoco desconecta. Dedica a su actividad entre 12 y 14 horas diarias, pero no lo considera un trabajo. 'Tengo la suerte de hacer lo que me apetece. Me divierto tanto que no es ningún inconveniente. El Derecho es un campo en el que se abren muchas ventanas, hay muchas materias por descubrir'. Por ejemplo, ahora anda ocupado y centrado en temas relacionados con el Derecho y el arte. Uno de los casos más 'apasionantes', ha sido llevar la defensa del Estado español en el caso de la herencia de Dalí. 'En el mundo del arte hay yacimientos de activos económicos que se desconocen. En España hay mucho por hacer todavía en este campo'. En estos momentos está intentando convencer a unos empresarios turolenses para que contribuyan a salvar parte de su patrimonio cultural y ayudar a la reconstrucción de varias iglesias mudéjares.

A Vulliemin le gusta trabajar en España y sobre todo la profesionalidad de los jóvenes abogados españoles. 'En Ginebra son más conformistas, pero aquí en España se trabaja mucho, a veces en condiciones infrahumanas, y su forma de hacer y de trabajar es un ejemplo'.

Un mural antiglobalización

Le apasiona el arte. Y la oficina está repleta de cuadros y de fotografías, pero lo que sorprende es un llamativo mural de los que cubrían los escaparates del banco Credit Suisse en Ginebra para protegerse de los movimientos antiglobalización. 'Lo vi y pensé que era una expresión artística', explica Vulliemin, que confiesa que si algo le frustra es no tener dotes artísticas. 'Soy sensible; me gustaría ser un poco artista, pero no tengo habilidades'.De lo que no se ve es de ejecutivo. 'La mayoría se comporta de una manera seria, es prisionera de la imagen de su propia función, pero les encantaría poder librarse de todo eso'.Vulliemin confiesa que es un privilegiado. Sobre su mesa de trabajo tiene siempre un libro con poesía. 'Cuando estoy concentrado en algún tema, porque está profesión tiene mucho de investigación, me gusta leer versos para que me saquen de la sequedad del trabajo'.

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