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CincoSentidos

La consolidación de los vinos de Toro

El gurú mundial de los vinos, Robert Paker, afirmaba en octubre en la prestigiosa revista norteamericana Food & Wine Magazine que en los próximos diez años España será la estrella del mercado mundial del vino, señalando que en 2015 zonas como Ribera o Rioja quedarán relegadas a un segundo plano, gracias al ascenso de denominaciones como Priorato, Jumilla o Toro.

Desde luego la de Toro es una de las regiones vinícolas que, junto a la tarraconense, que brilla con luz propia en el panorama enológico mundial, más está dando que hablar en España en los últimos tiempos. En el año en que se instituyó la denominación de origen, 1987, sólo funcionaban seis bodegas, y hoy son ya 34 las que están inscritas.

Pero se ha recorrido un largo camino, porque hasta hace poco los de Toro eran unos vinos rudos, con excesivo grado alcohólico, pastosos y muy subidos de color, fruto de uvas demasiado maduras y de elaboraciones inadecuadas, que en la mayor parte se destinaban a graneles. En los años 80 una serie de bodegueros (Manuel Fariña con sus Colegiata, Antonio Sanz con los Amant o Wenceslao Gil con los Vega Saúco) apostaron por esta zona del Duero -que abarca tierras de Zamora y parte de Valladolid- de clima extremo y muchas horas de sol, donde la uva crece a sus anchas. Y la uva es la autóctona Tinta de Toro, una adaptación de la Tempranillo, de la que existen muy buenos ejemplares en viñas viejas (la mitad de ellas de pie franco, es decir, que no fueron afectadas por la filoxera). Al rebufo de los buenos resultados que obtuvieron estos pioneros, Toro se puso en el punto de mira de conocidos nombres del vino (Vega Sicilia, Pesquera, la familia riojana Eguren...) que a su vez atrajeron a nuevas bodegas, revitalizando la zona de un modo espectacular.

Se ha recorrido un largo camino. Hasta hace poco los de Toro eran unos vinos rudos

Hoy en día Toro sigue concitando la atención, y los vinos que aquí se elaboran responden a los parámetros modernos pero conservan su personalidad: son concentrados, potentes, carnosos, con cuerpo y grado, pero con una acidez menos marcada que sus vecinos de la Ribera.

Ya existen marcas muy reconocidas, como los Numanthia y Termanthia (éste entre lo mejorcito del vino español), el Pintia de Vega Sicilia, el Dehesa La Granja de Alejandro Fernández (que no está en la denominación de origen), el Estancia Piedra, el Viña San Román de Maurodós (del conocido Mariano García), el Bienvenida Sitio de Palo (de los creadores del Leda Viñas Viejas), el Orot de Bodegas Toresanas... y algunos otros como los que aquí les mostramos, de excelente relación calidad-precio, que pudieron degustarse en una miniferia celebrada en Madrid por la denominación de origen, en la que se demostró que los Toro se consolidan y ganan prestigio.

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