La gastronomía, un aliciente a bordo
El pasado sábado se inauguraba en Barcelona un barco de dimensiones colosales, el Costa Mágica, y se hacía a lo grande: nada menos que seis estrellas Michelin para dar lustre a una cena de mucho nivel protagonizada por Santi Santamaría, del Racó de Can Fabes, que aportaba el acento catalán, y Gualterio Marchesi, el primer chef italiano en conseguir la máxima calificación de la guía roja.
Las delicadas creaciones de ambos se alternaron en la degustación, desde la esqueixada de bacalao a la lubina sobre crema de garbanzos y trufa, el parmentier de pato al vino tinto y el zabaione con chocolate, platos de auténtica mediterraneidad, cocina de sabor y producto al más alto nivel.
Ofrecer gastronomía de calidad es uno de los alicientes que pretende potenciar Costa Cruceros, empresa que con éste posee once barcos navegando por el mundo. De hecho Gualterio Marchesi lleva cuatro años trabajando para la compañía, asesorando y desarrollando un tipo de cocina 'pensada y creada para ser servida en los restaurantes de a bordo', como indica el chef italiano, y que rinde culto a las especialidades de su país, sin olvidar recetas más internacionales o elaboraciones y productos propios de los lugares en los que recalan los barcos.
El recientemente fletado Costa Mágica es el barco de pasajeros más grande de Italia: 105.000 toneladas distribuidas en 15 pisos y 1.030 tripulantes para atender a los casi 3.500 pasajeros que puede alojar. Tiene un gran bufé, dos restaurantes principales y uno gastronómico, el Club Vicenza, con platos de cocina genovesa servidos en una vajilla de Versace y cuidada carta de vinos.
En los restaurantes también sirven menús vegetarianos y bajos en calorías, o pueden solicitarse comidas especiales por motivos de salud o creencias religiosas. Y para el ocio, once bares, discoteca, teatro, cibercafé, casino, cuatro piscinas, gimnasio, spa, etc. El precio de un crucero de once días por el Mediterráneo es de unos 1.000 euros.