Cultura adolescente
No sé si me preocupa más el mundo que voy a dejar a mis hijos o los hijos que voy a dejar a mi mundo'. Una reflexión que asoma en la mente de padres y madres de hijos adolescentes, a los que habitualmente les resulta más fácil resolver los conflictos de su entorno laboral que los que surgen con sus vástagos. Sociólogos, psicólogos y pedagogos subrayan que a pesar de la inmensa heterogeneidad que se puede encontrar en un grupo tan amplio de la población como son los jóvenes, existen claves que permiten su identificación social como grupo y explican algunos de sus comportamientos. En todo caso, tranquilizan, se pasa con la edad.
Una de las características más propias de los adolescentes de hoy en día es 'su aspiración a la normalidad', que se traduce en 'ser y hacer lo que todos', señala Elena Rodríguez, socióloga, especialista en investigación social aplicada y autora de diversos estudios sobre la realidad juvenil. 'Si uno es joven tiene que demostrar que lo es. Se trata de ser normal para los iguales, de identificarse con lo que le es propio', explica.
'Es muy difícil vivir si no se vive a través del grupo', aclara Eusebio Megías, médico especialista en psiquiatría y director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, organizadora de un reciente seminario sobre las claves para entender a los hijos. Ambos expertos advierten de que esta aspiración a ser 'normal' y a responder siempre a las pautas de comportamiento 'esperables' en su grupo les hace en algunos aspectos menos tolerantes con lo diferente. 'Los jóvenes entienden que con los raros no hay que ser tolerantes porque son ellos los que se empeñan en ser distintos y segregarse'. 'Separarse del grupo entraña muchos riesgos', enfatiza Megías.
'A los padres les resulta más fácil resolver los conflictos laborales que los que surgen con sus hijos'
Este carácter gregario se traduce en gustos y estilos de vida muy uniformes y en su sumisión a las modas. De hecho, la mayoría de los elementos que los distingue tiene que ver con el consumo. Son señas de identidad muy marcadas en su aspecto exterior.
Las encuestas realizadas entre adolescentes revelan que 'a la mayoría les gusta la misma música, música fácil, a la que además puedan acceder sin ningún tipo de esfuerzo. La que se escucha constantemente en la radio'.
Y es que, además de gregarios, los expertos creen que los jóvenes de hoy en día priman la comodidad frente al ideal de emancipación o independencia, son materialistas y tienen una actitud muy pragmática ante la vida. De acuerdo con un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, sólo el 23% de los jóvenes está formalmente contra el sistema de valores construido por los adultos, pero sólo un 7% es transgresor de algún modo. La mayoría está integrado en el sistema y, aunque no le guste, se aprovecha. No trata de cambiarlo.
Uno de cada cinco adolescentes llega habitualmente a su casa más tarde de las cinco de la mañana cuando sale el sábado por la noche. Y es que el ocio parece haberse convertido en el elemento constructor de sus vidas. Hasta tal punto que asumen una especie de 'dualización de su tiempo' que responde a dos iniciativas vitales distintas, dice la socióloga. 'Una cosa es la semana, el tiempo ocupado, reservado a la responsabilidad y al estudio, y otra el finde, que se vive desde la irresponsabilidad, es repetitivo, pero cada viernes genera nuevas expectativas'.
¿Reconoce a su hijo en alguno de estos arquetipos?
'Hackers'Uno de los rasgos definitorio y diferenciador de los jóvenes de hoy respecto a sus padres es la manera en la que están integrados con la cultura tecnológica. 'Es más práctico tener soltura con un aparato que con un libro. Es mucho más útil para encontrar trabajo que saber literatura', es un comentario de un joven de 16 años. 'La adolescencia empieza cada vez antes porque la tecnología ofrece contenidos cada vez más sofisticados. Antes los padres educaban a los hijos; ahora son los hijos los que educan a los padres y les dicen lo que tienen que hacer. Y es que el predominio de lo que el antropólogo Carles Feixa denomina 'nética hacker' está favoreciendo este nuevo modelo de relaciones en el que los adolescentes son los héroes de la sociedad de la red. 'Son adolescentes educados en la era digital, con una mentalidad muy vinculada con ese mundo, un uso muy anárquico del tiempo y una visión muy horizontal de las cosas: lo que importa no es el cargo que tienes ni quién eres, sino cuánto sabes'. Digitalmente hablando, claro, dice Feixa.'Hakimoris'Ya no son los hijos los que se emancipan y se marchan de casa. Ahora son los padres. Y es que la búsqueda insaciable de un espacio propio lleva a muchos padres a terminar por comprarse una segunda residencia y a abandonar la casa familiar los fines de semana para dejarla en poder de los hijos. Una situación más habitual de lo que parece. En lo que no hay duda, apunta el antropólogo Carles Feixa, es que 'el espacio privado adquiere cada vez mayor importancia en las culturas adolescentes del siglo XXI'. Los hijos convierten su habitación en el escenario donde construyen su identidad personal y social, en el lugar desde el cual se abren al mundo. Pero también, el lugar donde se encierran en sí mismos. En países como Japón, este hermetismo ha dado lugar a la cultura hakimori, la del adolescente que se encierra en sí mismo y crea su propia reclusión. La habitación es un mundo hermético, donde tienen su ordenador, su DVD, internet y todas las tecnologías que le permiten tejer una red de contactos virtuales sin salir de casa.
Modelo educativo
El filósofo y escritor José Antonio Marina, profesor de enseñanza secundaria y experto en el estudio de la Teoría de la Inteligencia, considera que la educación ya no es sólo una tarea de padres y docentes, sino que debe implicarse toda la sociedad. 'Vivimos un momento de mensajes contradictorios' y muchas veces parece que 'ya no se educa en nombre de la sociedad sino frecuentemente, en contra de ella, lo que produce un sentimiento de impotencia'. En su opinión, es imprescindible redefinir todo el modelo educativo para incidir más en los aspectos ligados a los afectos y a la conducta. Conviene empezar cuando son niños. Estos son los valores básicos de su propuesta:1 Seguridad básica y equilibrio afectivo. Porque facilita las relaciones y potencia las capacidades. Hay que evitarles situaciones de tensión.2 Sabiduría práctica. Necesaria para resolver conflictos.3 Fortaleza y diligencia. Hay que educar en el coraje de emprender y de perseverar con valentía. Que el niño sea activo, que se enfrente en vez de retirarse por sistema es una buena cualidad.4 Autonomía responsable. Enseñarles a marcarse un proyecto autónomo y vincularse con él.5 Creatividad. Hay que desarrollar en los niños la capacidad de hacer cosas que no existan y que se sientan satisfechos por eso.6 Alegría. Hay que enseñarles estilos de vida alegres. La alegría produce la dilatación del espíritu y fomenta la generosidad.7 Sociabilidad. Conviene que sepan que las personas que les rodean siempre les pueden aportar cosas.8 Compasión. Los niños la aprenden a los 24 meses pero luego poco a poco la van perdiendo. Debe ser una compasión activa.9 Respeto. No reverencial, pero sí que valoren las cosas.10 Sentido de la justicia. Conviene que no permanezcan pasivos ante los problemas del mundo.