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Cincosentidos

Sarkozy relanza el debate sobre la laicidad

Ningún tema es tabú para el impetuoso ministro de Economía galo, Nicolas Sarkozy. Diestro en el arte de lanzar el debate, el ex titular de la cartera de Interior y próximo jefe de filas de la UMP, hoy partido en el Gobierno en Francia, no desaprovecha ninguna oportunidad para situarse en el centro del huracán y atraer las miradas. Economía, política, y ahora religión.

Considerándose 'de cultura, de tradición y de confesión católica', Sarkozy comparte sus propias inquietudes espirituales y teje la evolución y la necesaria reforma que debe sufrir la laicidad en Francia en su libro La República, las religiones, la esperanza, publicado la pasada semana. Un libro de entrevistas con el sacerdote dominico Philippe Verdin y el filósofo Thibaud Collin en el que el ministro de Economía sostiene que la nueva realidad del islam en Francia exige la adaptación de la hasta ahora intocable ley de 1905, origen de la separación de las inquietudes de la Iglesia y de las tareas del Estado en el país vecino.

Para Sarkozy, 'hay muy pocos asuntos tan importantes como la integración de millones de musulmanes en Francia', seis, si los cálculos del Estado galo son acertados, dada la prohibición en Francia de censar a los ciudadanos según su confesión religiosa. Sarkozy, quien en su día se mostró contrario a la ley del velo, hoy en plena digestión en el país, asegura que 'una identidad humillada o negada es una identidad que se radicaliza por reacción. Lo peligroso es el islam de garajes'. Por ello, Sarkozy dice apostar por una evolución de la laicidad que lleve a un 'islam a la francesa' a través de una mayor participación del Estado que permita acabar con el tabú de la religión.

Entre sus medidas figuran la discriminación positiva de la población musulmana, la construcción de mezquitas 'en cada ciudad importante' de Francia, e incluso su financiación pública. El objetivo, 'alejar al islam de las influencias extranjeras', en referencia al envío de fondos de Marruecos o de Arabia Saudí para la construcción de centros de culto.

Además, Sarkozy propone la implantación de clases de 'enseñanza de la historia de las religiones', derivada de su ferviente creencia en que 'esta educación ha dotado a generaciones enteras de ciudadanos de un agudo sentido moral'. Tras afirmar que él mismo acude a misa con cierta asiduidad, asegura que 'no se puede educar a los jóvenes apoyándose exclusivamente en valores temporales, materiales, o incluso republicanos'.

La reacción del conjunto del espectro político ha sido unánime. A la respuesta hierática del propio Gobierno, que se ha limitado a observar que 'no es el momento de abrir el debate', los partidos de izquierda e incluso la propia UMP se muestran reacios a tocar la laicidad que rige en el país vecino hace un siglo.

Por su parte, los representantes del culto musulmán temen que la intervención del Estado suponga un límite a su libertad religiosa.

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