El placer del agua y el esplendor de las piedras
Residencia de verano de la aristocracia alemana durante el siglo XIX, la ciudad de Baden-Baden emana en sus palacios, villas y en sus exquisitos parques, plazas y calles su pasado esplendor. Su fama surgió por la combinación de la belleza que le aporta la naturaleza, la ciudad está ubicada en el valle del Oos al pie de la Selva Negra, y el poder terapéutico de sus aguas termales descubierto por los romanos.
Que la ciudad fue favorita durante decenas de años de personas que querían divertirse y disfrutar una brillante vida social durante sus vacaciones estivales y al tiempo cuidar su salud y mejorar su imagen se refleja en la historia de sus hoteles y balnearios. Fue una ciudad visitada por músicos como Johannes Brahms y Franz List que dejaron su huella, así como por personas, anónimas y conocidas, aficionadas a la ruleta. Así, en la novela Un verano en Baden-Baden del escritor ruso Leonid Tsypkin se describe el viaje a esa ciudad de su compatriota Fedor Dostoievski, y las numerosas visitas que el autor de El jugador hizo a su barroco casino.
Y aunque ese edificio es uno de los símbolos de la ciudad, son los jardines que enmarcan Lichtentaler Alle, considerado uno de los paseos más bellos del mundo, los que más reflejan la personalidad de la ciudad. También la presencia de la burguesía de otros países de Europa desde el XIX se advierte en parte de su arquitectura, como en una hermosa iglesia rusa que muestra sus doradas cúpulas.
Ahora los responsables del gobierno de Baden-Baden intentan seguir atrayendo a turistas de todo el mundo, y que la fama de la localidad, visitada básicamente por alemanes, no se vuelva contra ella: que la idea de ciudad bella pero dormida en su decadencia no sea la predominante. Para ello se echa mano del golf, la música, la gastronomía y de sus famosos vinos como el Rebland-Riesling.
Pero no dejan de ser los hoteles y los balnearios, ambos con tratamientos de salud y belleza (desde los clásicos a los más avanzados), el mayor atractivo de la ciudad del próspero land de Baden-Württemberg. Establecimientos famosos hay muchos, aunque sólo sea porque acumulan la historia en sus piedras, pero, incluso en Baden-Baden, el glamour también se somete a la tiranía de los rankings. Con sus cinco estrellas y a orillas del río Oor, Brenner Park, construido en 1872, es uno de los que cuenta con mayor prestigio. Y además desde pocos años ha añadido las prestaciones de un SPA (salus per acqua), aunque sus precios tampoco están al alcance de cualquier turista.
Pero, pese al aire elitista que se respira también en los cuidados escaparates de sus, en ocasiones centenarias tiendas, Baden-Baden hace gala de tener un hueco para cada visitante; además de lujosos hoteles existen otros más modestos, generalmente con cierto encanto, y albergues.
Desde el 'lomi-lomi' al baño de Cleopatra
Con una superficie de más de 3.000 metros cuadrados dedicados a diversos estanques y piscinas, Caracalla es el balneario por excelencia de Baden-Baden. Es uno de los herederos de las termas romanas y en sus instalaciones se aúnan los tratamientos procedentes de esa antigua civilización, con los efectos de las aguas que surgen de fuentes naturales con temperaturas de 32 a 68 grados.Estas terapias, además del placer que producen por sí mismas, están recomendadas a las personas que sufren de problemas de artrosis o reumatológicos, así como para fortalecer el sistema inmunológico.Aunque tal vez las instalaciones más espectaculares son las de Friedrichsbad que cuentan con casi 130 años de historia y con un recinto en el que la distancia entre la piscina y su espectacular cúpula supera los 17 metros. Aquí, según su equipo técnico, se combina las termas romanas con los baños irlandeses de aire caliente.Pero es CaraVitalis, dentro del mismo complejo, el establecimiento que ha incorporado los tratamientos más exóticos. Allí se puede optar por la clásica hidroterapia Kneipp o por un lomi-lomi (masaje hawaiano); por un aromático baño de Cleopatra o por el poder curativo de las piedras (calientes y frías). Los precios de un tratamiento combinado de un día están entre los 140 a los 170 euros.