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CincoSentidos

'Un pueblo sin memoria es fácil de manipular'

Qué sintieron los españoles que se batieron con los ingleses en la batalla de Trafalgar? ¿Por qué no había la menor posibilidad de ganar y cómo fue la batalla naval más famosa de todos los tiempos? Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) pone el zoom sobre el combate que el 21 de octubre de 1805 enfrentó a la armada francoespañola contra la inglesa en su última novela, Cabo Trafalgar (Alfaguara).

El libro, de poco más de 250 páginas, es resultado de una reflexión: 'Estarás en Trafalgar si te descuidas', y se la ofrece al lector para que saque sus propias conclusiones. 'Repetimos los mismos errores. Nunca aprendemos de ellos', dice el académico de la lengua. Y alega varios ejemplos: la batalla de Santiago de Cuba o, más recientemente, Irak o el 11-M. 'Cada gran tragedia, cada gran desgracia española es un Trafalgar'. Lo peor, el silencio histórico, porque 'un pueblo sin memoria es más fácil de manipular'.

Siempre es lo mismo, gente engañada, manipulada, llevada al matadero y políticos que no quieren saber nada y que nunca tienen la culpa. El responsable del desastre de Trafalgar fue Godoy, al que el autor califica de miserable y servil, pero la misma actitud de irresponsabilidad se sigue manifestando en los políticos de hoy; de hecho, no duda al asegurar que no admira a ninguno. Durante sus 21 años como reportero de prensa, el escritor ha conocido a políticos honorables, que con el tiempo acaban transigiendo. 'La política es un territorio tan sucio que por su naturaleza excluye la inocencia', asegura.

Arturo Pérez-Reverte muestra el combate desde cuatro visiones distintas, encarnadas por el teniente francés Quelennec, que comanda la balandra Incertain, el capitán Carlos de la Rocha y Oquendo, del navío Antilla -a bordo del cual transcurre el relato, pero que nunca existió-, el guardia marina Ginés Falcó y el marinero Nicolás Marrajo. La intención del novelista es que el lector tuviera todas las visiones de la batalla, físicas y emocionales, pero sus simpatías están con la visión que aporta Nicolás Marrajo, porque es carne de cañón, el que paga el pato. Al marino profesional le queda el recurso de que actúa por deber, por la patria, y si además es creyente, consuelo doble, explica. A los pobres como Marrajo, en cambio, no se les reserva nada, ni gloria, ni paga. 'Para mí el héroe no es más que un pobre hombre cabreado. Mezcla dignidad, cabreo y mala leche y de ahí sale el héroe'.

Cabo Trafalgar no es una novela histórica, sino un relato que utiliza la historia como elemento narrativo. El autor ha hecho acopio de todos los documentos que ha encontrado. Lo que consigue, dice, es que el lector se acerque después al libro de historia. Es algo que descubrió con las aventuras del capitán Alatriste, la exitosa serie de la que ya se han editado cinco libros. 'Estoy orgulloso de vincular al lector con la historia', confiesa.

En la novela se aprecia también la influencia del Trafalgar de Galdós, obra que para Arturo Pérez-Reverte es 'una grata sombra que cobija cualquier libro sobre de Trafalgar'. Galdós habló con un superviviente de la batalla 'y eso es impagable', pero ahora se sabe mucho más sobre maniobras navales.

En Cabo Trafalgar, el autor combina rigor histórico con un lenguaje actual. Su intención ha sido implicar al lector a costa de cualquier recurso. Emplea onomatopeyas, introduce el lenguaje del cómic sin separarlo del resto del texto o recurre a un francés macarrónico para conseguir lo que reza la publicidad de la novela: 'Habrás estado allí'. Todo con humor negro, desgarrado, pues ayuda a explicar mejor tragedias como la de Trafalgar. 'Si el humor no te templara, hay veces que saldrías a la calle con una escopeta'.

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