'Se puede ser fiel a la historia sin que resulte aburrida '

El autor indaga en enigmas medievales en 'Los templarios y la mesa de Salomón', publicado bajo la firma de su 'alter ego' Nicholas Wilcox

Empezó publicando libros con el nombre de Nicholas Wilcox como un juego, para dedicarse a aquellas obras que se apartaban de su trayectoria como novelista. Pero tuvo tal éxito que Juan Eslava Galán continuó desdoblándose y ahora Wilcox tiene más lectores que él. Tras La lápida templaria y la Trilogía templaria, llega Los templarios y la mesa de Salomón (Martínez Roca), un ensayo novelado en el que Eslava Galán explora los secretos de una logia neotemplaria que buscaba la mesa de Salomón, considerada el grial musulmán.

Pregunta ¿Por qué despierta tanto interés la Orden del Temple?

Respuesta La gente es más culta y se interesa por la literatura histórica. ¿Por qué específicamente los templarios? Dan una imagen romántica, son poderosos y de la noche a la mañana los suprimen de un plumazo. Por otra parte, el medievo está de moda en la literatura y el Temple es el capítulo más atractivo: monjes guerreros, rodeados de misterios. Quizás exista ahora una inflación de libros. Los escritores españoles han ido a veces a remolque de los franceses, haciendo referencia a lo que se ha dicho de los templarios en Francia y no tanto investigando la huella de la Orden en España que también es importante.

'Los historiadores serios tienen celos porque sus estudios interesan menos'

P La gente quiere historias de enigmas y conspiraciones.

R Los templarios aportan muchísimos enigmas. ¿Por qué desaparece realmente la orden? ¿Dónde están sus tesoros? ¿Llegaron a América? Algunos son meramente literarios y otros tienen cierto fundamento. En este libro, exploro una logia neotemplaria que existió a finales del siglo XIX y hay fundamentos para pensar que lo que buscaban tenía cierto sentido, la mesa de Salomón, una especie de grial musulmán, que aparece reiteradamente en la literatura medieval árabe.

P La historia resulta aburrida para mucha gente. ¿De quién es la culpa?

R Siempre del escritor. Una de sus obligaciones es hacer que la historia resulte entretenida. Se puede ser fiel a la historia y que el producto no sea aburrido.

P Y cómo ven los ortodoxos esa tendencia a mezclar historia con fantasía.

R Hay muchos novelistas o historiadores novelistas que partiendo de unos datos concretos hacen una obra de ficción, que es una fórmula literaria tan legítima como pueda serlo la novela policíaca. Los historiadores serios tienen ciertos celos, porque hacen estudios muy sesudos, que les cuestan más trabajo y que se venden mucho menos. Sin embargo, aparece un escritor que no es historiador, que se basa en los libros que ellos escriben y el producto resultante tiene buena venta. Hay un componente de celos y de incomprensión hacia una fórmula literaria lógica y legítima.

P ¿Cuánto tiempo le ha llevado la investigación de este libro?

R Parte de una documentación que encontré hace más de 20 años relativa a la logia neotemplaria mencionada antes. Desde entonces no he cesado de hacer investigaciones, visitando aquellos lugares que de algún modo se podrían corresponder con lo que buscaba esa logia. Por eso el libro tiene una tremenda riqueza fotográfica, porque en el libro se dicen cosas que pueden parecer increíbles, pero si presentas la fotografía el lector no tiene más remedio que rendirse a la evidencia.

P Eslava Galán y Wilcox ¿son más rivales que cómplices?

R Como el libro tiene una cierta densidad, intento aligerarlo con humor. En las notas a pie de página vamos viendo los crecientes celos del traductor hacia el autor. Es un chiste porque obviamente el lector va a ver que ambos son la misma persona.

P Si escriben de los mismos temas, ¿por qué desdoblarse?

R Todo empezó como un juego. Me apetecía escribir La lápida templaria, el primer libro de Wilcox, pero se apartaba de mi trayectoria como novelista y pensé que debía llevar un nombre ficticio. Tuvo tanto éxito que me pidieron más y ahora puede que tenga más lectores que yo. No sólo Wilcox es más guapo, sino que lo que escribe gusta más que lo que escribo yo.