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Lealtad, 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La vivienda y su trampa inflacionista

Tengo un piso que no podría pagar. Esta frase puede ser suscrita por gran parte de los propietarios de viviendas. Muchos compradores de hace dos o tres años ya no podrían soportar las hipotecas si comprasen ahora. Eso a pesar de que los tipos rondan los niveles más bajos de la historia. No es de extrañar que los precios de la vivienda sean uno de los principales temas de conversación de un tiempo a esta parte.

En condiciones normales, los precios de un bien tienden a bajar a medida que la gente se ve en problemas para pagarlos. No así en la vivienda española en los últimos años.

Supongamos que un individuo cuenta con una renta mensual disponible, después de eliminar gastos necesarios, de 1.000 euros y que descarta la opción del chabolismo. Tiene, pues dos opciones, comprar o alquilar una vivienda. El coste del alquiler es algo más bajo que el de la compra, con lo que puede optar por alquilar y ahorrar -para después optar a una compra- o por la compra directamente. En un mercado en el que los precios suben con la inflación, puede valorar estas opciones según los parámetros normales: preferencias, expectativas de ingresos, posibilidades de movilidad laboral....

Pero en un mercado como el español, con alzas del 17% anual, este individuo está obligado a comprar, y no por el viejo -y equivocado- dicho de que alquilar es tirar el dinero, sino porque dentro de tres o cinco años, con los 1.000 euros disponibles podrá optar -presumiblemente- a la misma vivienda de alquiler, pero las viviendas para compra se habrán vuelto inasequibles.

Según son más aceleradas las subidas de precio, mayor es la obligación de comprar porque, en relación a la vivienda, el dinero vale cada vez menos. Y el ahorro, por tanto, no tiene sentido económico. Además, cuanto más ajustada es su economía, mayor es la obligación de comprar, porque mayor es el riesgo de no hacerlo.

Dos de las normas que suelen funcionar en economía -a menor renta menor demanda y a mayor precio menor demanda- no valen aquí. Pero nada es para siempre. Los mecanismos que provocan esta situación se basan en las expectativas de que el mercado seguirá siendo alcista durante unos años y, por tanto, durarán lo mismo que estas expectativas.

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