La búsqueda del riesgo
Resulta un tanto paradójico que un ahorrador o un gestor del ahorro de otros se dedique a buscar el riesgo en vez de a evitarlo. Pero es este un fenómeno creciente en los mercados. Los activos asociados a mayores niveles de riesgo están en numerosas ocasiones entre las preferencias de los expertos. De este modo, los diferenciales entre los tipos de interés de la deuda de baja calidad -o deuda basura- y los bonos de referencia han caído a los mínimos de los últimos siete años en Europa.
No extraña que estén estos diferenciales en la mejor posición desde el inicio de la crisis. Pero, desde luego, llama la atención el hecho de que hayan caído por debajo de las cifras registradas en el plena euforia tecnológica cuando, precisamente, una legión de compañías de telecomunicaciones se dedicaba a emitir bonos para captar financiación con la que cavar zanjas.
Pues bien, hoy por hoy la percepción del riesgo sobre compañías con la misma calificación es más benigna. Lo que quiere decir que, o bien el inversor es más agresivo ahora que en 2000, o bien que la vara de medir el riesgo ha cambiado, es decir, que un bono basura de ahora no es lo mismo que un bono basura de 2000.
La primera hipótesis es la más aceptada. Casi un año de mercado plano es un periodo capaz de desesperar al gestor más gris, y buena parte del mercado busca en activos más agresivos, como deuda de alto riesgo, esa rentabilidad que falta. La mayor demanda de esta clase de deuda, unida a la menor oferta -muchas de las empresas emisoras han quebrado a lo largo de la crisis- provoca un aumento de precio.
Pero no conviene descartar la segunda tesis. El hecho de que muchas de las compañías que entonces emitían deuda hayan entrado en suspensión de pagos indica que el riesgo contraído entonces era significativamente alto. Más de lo que parecía entonces. La menor saturación del mercado hace pensar, a bote pronto, que el riesgo actual de los títulos con igual calificación es un tanto menor.