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CincoSentidos

Cirugía para mantenerse en la brecha

Antes se les veía por las consultas para operarse las orejas, realizar implantes capilares y, en algunos casos, arreglarse la nariz. Ahora acuden también a retocarse la papada, eliminar la barriga y los michelines, combatir la flacidez en el rostro, reducir unas mamas demasiado desarrolladas o quitarse las bolsas que se forman bajo los ojos.

A menudo llegan solos a consulta. Tienen claro lo que quieren y no suelen ser víctimas de falsas expectativas. Aunque también acuden tras crisis de pareja o en la viudedad, la mayoría de las veces aluden a un mismo motivo para operarse: la necesidad de mantener una buena imagen que ayude a seguir en primera línea en el ámbito laboral.

'La mayoría de los pacientes masculinos que vemos son ejecutivos, profesionales liberales, gente que trabaja de cara al público o que tiene que dar una buena imagen. Muchos reconocen que el motivo de acudir a consulta es que tienen que mantener la imagen en su empresa', explica Ángel Juárez, cirujano plástico de la clínica de La Zarzuela, en Madrid.

'El paciente masculino se opera una sola vez y suele quedarse satisfecho'

Los cirujanos plásticos españoles han presenciado el fenómeno del auge de la cirugía estética en los hombres, aunque reconocen que el número de pacientes masculinos están aún muy por debajo de los femeninos. Como media, estiman que entre un 15% y un 30% de las operaciones de estética se realizan a hombres. No son menos vanidosos, matizan, simplemente tienen menos motivos fisiológicos para operarse.

'El hombre tiene una sola operación exclusiva, que es la calvicie. Mientras que la mujer, debido a procesos como los embarazos, necesita acudir en mayor medida a la cirugía', señala Jorge Planas, cirujano plástico de la Clínica Planas, en Barcelona.

Su colega José María Palacín, cirujano plástico de la Clínica Teknon, cree que ha sido en los últimos cinco años cuando se ha producido el aumento de pacientes masculinos, 'aunque sin llegar a lo que ocurre en EE UU, donde el número de hombres y mujeres está a la par'.

En cuanto a su comportamiento como pacientes, los especialistas coinciden en que resisten peor el postoperatorio, pero tienen mayor decisión que la mujer y aceptan con más realismo los resultados. Para Jorge Planas, hay dos características que los distinguen como pacientes. 'Normalmente vienen para una sola cosa y no vuelven. Y suelen quedarse muy contentos con el resultado'. La clave, según José María Palacín, es que 'no les preocupa tanto estar guapos como no estar feos'. Palacín asegura que el hombre que acude a consulta normalmente se opera. 'Viene con ideas claras y un problema concreto'.

El problema en muchos casos es la papada y los párpados. 'Las arrugas aparecen con más retraso en el hombre, así que normalmente vienen a corregir esa papada o esos párpados caídos que les hacen parecer mayores. Comienzan a acudir alrededor de los 45 años', explica Juárez. Otra operación muy frecuente es la nariz. 'Hay muchos hombres que debido a algún traumatismo en la infancia tienen el tabique desviado. Acuden a corregirlo porque tienen dificultades al hacer deporte. Y entonces corrigen también la estética', explica Palacín.

El riesgo de encontrarse con un SIMON

Cualquier cirujano plástico sabe por experiencia que no debe operar a un SIMON. No se trata de un paciente llamado Simón, sino de un acrónimo que que define un perfil muy concreto de aspirante a cirugía estética: Soltero, Inmaduro, Masculino (hombre), Obsesivo y Narcisista.'Suele ser un hombre joven, máximo 30 años, que viene solo a la consulta, es muy obsesivo a la hora de hablar del resultado y a menudo no te mira a los ojos', explica Jorge Planas. El acrónimo Simon define a un paciente que a menudo padece un trastorno mental -la dismorfofobia- que afecta principalmente a los hombres. 'Son como los anoréxicos, pero en cuanto a su imagen. No se ven como son en realidad, sino como creen que son. Muchas veces les da por la nariz, la ven desproporcionada y aunque los operes no van a quedar satisfechos con el resultado. Es muy importante detectarlos y no caer en el error de operarlos', apunta José María Palacín.Cuando un cirujano detecta a uno de estos pacientes la norma es tratar de desviarlo a un psiquiatra. 'A veces no es fácil darse cuenta, especialmente cuando lo que quieren operarse tiene una base objetiva, por ejemplo, una nariz grande', señala Ángel Juarez. Operarles no sólo puede suponer enfrentarse a repetidas demandas judiciales o a recriminaciones constantes, sino también al riesgo de sufrir violencia física.El colectivo de cirujanos recuerda muy bien cómo hace unos años un enfermo de dismorfofobia asesinó a su cirujano plástico y a una enfermera en Madrid. Según Jorge Planas, como media un cirujano recibe a cinco dismorfofóbicos al año. El ejemplo clásico de este trastorno, explican los especialistas, es el hombre al que se atribuyen más operaciones de cirugía estética: Michael Jackson.

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