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Secretos de despacho

Transparencia y colorido en Ras Shoes

Cristales transparentes sin cortinas ni nada que impida la visión de dentro hacia afuera ni de la zona donde están los empleados hacia adentro. Ese es el despacho de Antonio Medina, el director general de Ras Shoes, la empresa de calzado con sede en Elche que, contrariamente a lo que ocurre con buena parte del sector, ha conseguido en sus nueve años de vida hacerse un hueco en el segmento de gama alta del zapato para mujer en mercados tan exigentes como Italia o Japón.

Esa libertad para poder acceder al director general de la compañía se percibe sólo con pasar un rato en la empresa. La puerta permanece abierta y cualquier empleado se puede asomar sin atravesar ninguna barrera para preguntar cualquier duda o simplemente para llevarle a Medina un cigarrillo que ha pedido ante su vano intento por dejar de fumar. 'Al fin y al cabo, en mi despacho yo no hago nada que no puedan ver mis empleados', justifica Medina.

El del director general de Ras Shoes es un despacho completamente funcional, sin ningún artificio. En otras palabras está hecho para trabajar en él. Se nota en la cantidad de documentos que se acumulan en los armarios, también de vidrio transparente, y en los papeles que Medina tiene encima de su mesa para atenderlos de forma más inmediata. Sin embargo, destaca también la presencia de dos ordenadores, uno de sobremesa, con el teclado y el ratón inalámbrico, y otro portátil, ambos conectados a internet sin cables. 'Tenemos todos los procesos informatizados y cuando salgo de viaje me llevo el portátil porque así tengo acceso a cualquier dato que necesite sin problemas', explica.

Medina tiene cerca una foto de San Crispín, patrón de los zapateros, y unas tachuelas bendecidas

Medina, con todo, no es quien más viaja de la empresa. La compañía tiene tres socios: José Morán, el director de ventas, Rafa Boix, el diseñador -quien por cierto diseñó las mesas que ocupan los despachos de los tres directivos de la empresa-, y el propio Antonio Medina. Los tres son amigos y comparten no solo el trabajo si no también el ocio. Y es Morán el que más tiempo pasa fuera de su despacho. Para recordar el esfuerzo que supone tener que pasar tanto tiempo fuera de casa y lo que cuesta mantener el hueco de mercado conseguido, Medina tiene a la puerta de su despacho una vieja maleta metálica de muestrario. 'Era una de las que usaba Morán y que ya la ha retirado, pero me gusta tenerla aquí para no perder de vista los objetivos que tenemos', afirma.

Es sobre uno de los armarios archivadores donde se apelotonan los recuerdos personales que hacen que el tiempo que pasa Medina en el despacho sean más familiares. Se considera un hombre religioso, aunque poco practicante, si bien en la semana santa ilicitana participa en las procesiones como hermano de una de las cofradías, cuya imagen tiene en un lugar de privilegio sobre ese armario. No es la única referencia religiosa: Una imagen de San Crispín, patrón de los zapateros, también está presente en el despacho. Y un detalle muy curioso. En un cajón guarda unas chinchetas (en realidad, pequeñas tachuelas de las que se usan para la fabricación de los zapatos) bendecidas por San Crispín. 'Estas chinchetas' -explica Medina mientras entrega unas cuantas al periodista- 'las guardas en un cajón de tu puesto de trabajo y no faltará trabajo'. Y si algo conjuga la fe y el apego a la tierra es la foto de El Misteri d'Elx que también ocupa un puesto destacado en el despacho.

Medina, que decidió no volver a usar corbata en el trabajo desde que dejó su anterior puesto de director de una sucursal bancaria, se muestra orgulloso de que los empleados tengan un trato directo con él y viceversa, de que la mitad de sus empleadas sean mujeres, de que la empresa funcione como un reloj por la implicación de sus trabajadores. 'Yo creo que el director de una empresa no debe tener todos los papeles, si no que cada departamento debe ser responsable de su función'. Así, Medina puede dedicar su tiempo desde a supervisar el funcionamiento diario o a perseguir una de las grandes lacras del sector, las copias de unos diseños que han hecho fortuna y que han ocupado portadas en el Vogue.

Coleccionista de máscaras

En la pared del despacho, la única que hay en realidad puesto que la estancia que ocupa Antonio Medina está justo en una esquina del edificio, cuelgan varias máscaras. Se trata de una afición que ha podido cultivar con los años y los viajes. 'Y también con los viajes de los amigos que cada vez que vienen me traen una'. Así, la pequeña muestra de su colección que tiene en el despacho está compuesta por máscaras procedentes de Japón, Venecia, Marruecos o Nepal, entre otros destinos exóticos.Entre las que están presentes en el despacho, destaca la primera que se tropieza el visitante al entrar por la puerta, una máscara veneciana realizada por el diseñador que hizo las máscaras para la película Shakespeare in love. El colorido de las máscaras se une así a ese pequeño altar de fotos familiares y de devociones que conforma la parte superior del armario archivador de Antonio Medina.

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