La paradoja de la escasez
La actividad de las empresas petroleras en los últimos tiempos ha dado lugar a una curiosa paradoja, que se recogía hace un par de días en estas páginas. Resulta que estas compañías han preferido la retribución al accionista antes que la inversión en infraestructuras petroleras que permita aumentar el ritmo de extracción de crudo. Este cambio de prioridades ha tenido como consecuencia, además del enriquecimiento del accionista, que las compañías petroleras tienen menos capacidad de extracción de crudo, lo que en épocas de aumentos de la demanda se traduce en escasez.
El círculo se cierra en el momento en el que la escasez provocada por el mimo al accionista termina por elevar los precios de referencia en los mercados y, por lo tanto, elevar los beneficios de las compañías petroleras, beneficiadas al fin de la falta de inversiones.
Pero tampoco han descubierto la pólvora estas compañías. Al fin y al cabo, es lo que han estado haciendo tradicionalmente los Estados miembros de la OPEP. Bombear poco petróleo para mantener altos los precios y obtener buenas rentabilidades. Las empresas tienen el detalle de no acordar precios o, al menos, de no hacerlo de forma explícita y acompañadas de la escenografía del cártel petrolero.
La Bolsa suele proporcionar curiosos incentivos, que a veces se mueven más por las modas que por otra cosa. La teoría del capitalismo dice que cualquiera de las compañías petroleras podría haber aumentado la inversión mientras sus competidoras no lo hacían. Con ello habría ganado cuota de mercado. Pero la Bolsa lo que premiaba era el alto dividendo.
De forma paralela, más o menos en la misma época en la que las petroleras se volcaban en el dividendo, los inversores sólo estaban dispuestos a meter dinero en aquello que oliese a Internet o a nuevas tecnologías. Pero si algo ha sobrado últimamente han sido portales de internet, y si algo ha faltado ha sido petróleo. El mercado, al fin y al cabo, sólo es la suma de muchas personas que, como tales, también se equivocan.