De la nómina a la franquicia
Los días anteriores a abrir tuve verdadero pánico. Lo único en lo que pensaba era: ¿y si a la gente le da por no venir?'. Hace unos meses Nieves Moya era una empleada de General âptica en Oviedo. Ahora tiene junto a su marido su propio establecimiento en su ciudad natal, Ávila. Ella ha sido la primera empleada de esta empresa en convertirse en empresaria a través de un régimen especial de franquicia que General âptica ha ofrecido a su plantilla. Lleva dos meses en el negocio. 'Conocía el sector lo suficiente como para no querer arriesgarme abriendo una óptica independiente. La verdad es que a veces se me olvida que el negocio es mío, porque llevo el mismo ritmo de trabajo que cuando era óptica en Oviedo. He sido la primera en acogerme a esta oportunidad, pero muchos de mis compañeros están interesados en hacer lo mismo. He recibido muchas llamadas'.
Además de las ventajas que se atribuyen de forma genérica al régimen de franquicias, la oferta de General âptica a sus empleados cuenta con ciertas facilidades adicionales. La empresa aporta hasta el 75% de un préstamo de hasta 125.000 euros con tipos de interés ajustados. Además, el canon inicial que ha de pagar el franquiciado es de 9.000 euros, en lugar de los 15.000 que la compañía exige a sus socios externos. El resto de las condiciones son las mismas: un 4% de royalties y un 5% de aportación publicitaria. 'Lo más importante en el régimen de franquicias es encontrar socios con tu misma filosofía. Nosotros habíamos comenzado a crear franquicias tradicionales en poblaciones de menos de 50.000 habitantes. El paso siguiente fue ofrecer esta opción a nuestros empleados como parte del plan de carrera. La diferencia es que ellos ya conocen nuestra filosofía de negocio', explica Jordi Fontcuberta, consejero delegado de la empresa.
Iniciativas como la de General âptica son probablemente la forma más sencilla de pasar de asalariado a empresario. No es la primera empresa que ha optado por convertir en franquiciados a sus trabajadores, aunque los expertos aseguran que por el momento no es algo habitual en España. 'Es una fórmula novedosa que está comenzando a utilizarse especialmente en el sector servicios. Tiene ventajas tanto para el empleado como para la empresa, porque ésta tiene la seguridad de que su franquiciado está identificado con la línea de negocio', señala María Dolores Sevillano, directora de consultoría de Tormo y Asociados.
Buena financiación
En el caso de Celsa Álvarez Virtos el proceso fue más complicado. Tras trabajar varios años como secretaria de alta dirección en una consultora internacional y padecer una situación de hostigamiento laboral que concluyó con una sentencia y una indemnización a su favor, Celsa decidió utilizar parte de ese dinero para abrir en Madrid una franquicia de la consultora DGE Bruxelles: 'No tenía nada que perder. Pensé que por una vez en mi vida iba a hacer algo que realmente me gustaba. Necesitaba superarme y dedicarme toda la energía que había dedicado a otros durante tanto tiempo'.
La inversión necesaria para abrir una franquicia de DGE Bruxelles es de 12.000 euros y no se exige aportación publicitaria. Celsa no tuvo apoyo financiero de ningún tipo, por lo que recurrió a amigos y a gente cercana. Lleva dos años con el negocio y, aunque asegura estar muy satisfecha con su decisión, es ahora cuando está comenzando a cosechar frutos. 'Quien se decida a dar este paso debe saber que va a tener al menos un par de años duros, por lo que es importante asegurarse una financiación cómoda. Hay que ser tenaz y al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para aceptar consejos y sugerencias. También hay que asumir que habrá bajones psicológicos. Es una lucha continua con uno mismo', resume. La relación con la empresa, al menos en su caso, ha sido excelente. 'Yo me decidí por la franquicia porque no tenía experiencia empresarial y necesitaba apoyo. La verdad es que les llamo para cualquier cosa'.
En ocasiones el tránsito a la franquicia se realiza sin dejar el empleo. Armando de Lima, propietario de uno de los establecimientos de la cadena Entretapas y Vinos en Madrid, pasó de fotógrafo del diario Abc a recepcionista del periódico como consecuencia de una reestructuración. 'La verdad es que no quería estar en esa situación siempre y comencé a pensar en una franquicia', explica. Un día fue a cenar a un local de Entretapas y Vinos y lo que vio le gustó. 'Después me enteré de que era una cadena de franquicias, así que me puse en contacto con el departamento de expansión y al poco tiempo comenzamos a buscar un local'. Antes de dar el paso vendió su piso y dedicó la inversión al negocio. 'Pagué un canon de 21.000 euros más IVA. Los royalties son del 5% más un 2% de publicidad'. Hace tres meses que abrió y por ahora compagina como puede el papel de asalariado con el de empresario.