Kafka comercia con barriles
Imagine un pueblo en el que un vendedor de leña afirma a bombo y platillo que cortará, ante la fuerte demanda de madera derivada del frío invierno, una mayor cantidad de troncos. Los precios de la madera, en consecuencia, tenderán a la baja debido a dos mecanismos. El primero, directo, obedece a la tradicional relación entre oferta y precios.
El segundo, indirecto, responde a un descenso de la demanda relacionado con la acumulación de material ante una esperada escasez de éste. Los consumidores llenan sus leñeras por miedo a que la escasez de madera termine por elevar los precios en un futuro cercano o, incluso, deje a las familias sin nada que echar al fuego.
Imagine, también, que el citado leñador ya esté cortando más árboles de los que dice. Como el precio es alto, le sale rentable utilizar el hacha más de lo acostumbrado. Es poco honrado por su parte, puesto que está creando una escasez ficticia para aumentar sus beneficios y se aprovecha, así, de ser la principal fuente de información sobre el sector de la leña.
Ahora bien, en realidad los consumidores de leña saben, por experiencia y por pura aritmética, que las palabras del vendedor no son fiables. Sin embargo, siguen subyugados por la retórica del leñador, observan minuciosamente cualquier cambio en el tono con el que comenta la situación de los precios de la madera y contienen la respiración cuando protagoniza un anuncio oficial. De este modo, el interés de la mayor parte de las familias por las palabras del leñador sirve, por sí sólo, para que éste termine por influir en los precios.
El leñador sabe, a su vez, que los consumidores saben que miente, por lo que utiliza los anuncios como sistema de comunicación. En este sentido, la lectura generalizada tras la reunión de la OPEP de ayer -el leñador, por si alguien no ha caído en la cuenta- es que buscó, fundamentalmente, enviar un mensaje de preocupación por el precio del petróleo. Desaparece así la conexión entre la realidad y los mercados. No importa lo que se produce sino lo que se dice, aunque sea mentira, y es esto lo que altera los precios.
Dicen que la culpa de todo la tienen los especuladores. Pero en un contexto como este, ¿dónde está la línea que separa a especuladores del resto?