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CincoSentidos

El Palio de Siena

Son apenas cincuenta y pocos segundos de infarto. Durante horas ha estado entrando en la plaza una infinita muchedumbre, en oleadas incesantes, hasta el último minuto. Sólo cuando se da la señal, diecisiete jinetes se lanzan a dar tres vueltas al coso. A tumba abierta. Todo vale. Los caballos son fustigados hasta sangrar. También se golpean y se empujan unos rivales a otros. Algunos caen o se estrellan en las curvas, protegidas por colchonetas. La sangre gusta, forma parte del espectáculo, lo mismo que el polvo dorado, la espuma de los caballos, el grito unánime y angustioso de decenas de miles de gargantas. El primero en llegar a la meta es izado por los aires, vitoreado, y su montura besada y abrazada con delirio. Los partidarios de los jinetes perdedores no siempre encajan la derrota, las broncas y peleas parecen aparatosas. Pero no llega la sangre al río.

Todos acaban aceptando que sólo una de las diecisiete contrade o barrios de Siena puede ganar. Así es cada año, desde 1283, fecha de las primeras crónicas, aunque puede que la fiesta sea anterior. Sólo dos días al año se celebra esta competición, el 2 de julio y el 16 de agosto, para exaltar el poderío de la ciudad. Antes de la carrera, cada contrada ha hecho desfilar a su jinete, acompañado por una cohorte de edecanes, músicos y abanderados que hacen bailar las enseñas (como en muchas fiestas españolas) y llenan las calles de colorido y ruido. Acabada la carrera, la contrada vencedora llevará a la catedral el Palio, estandarte blanco con la efigie de a Virgen, en un carro tirado por bueyes blancos. Y en todos los barrios, con humor desigual, se harán comilonas al aire libre.

La prueba se celebra en la Plaza del Campo, corazón de Siena, y una de las más bellas del mundo. En forma de concha o abanico, los radios convergen en el Palazzo Publico o ayuntamiento gótico, que luce la segunda torre medieval más alta de Italia. Desde esta Torre del Mangia se puede captar Siena entera como una gozosa revelación. La madeja de calles y tejados parece desde aquí rendirse a cierta lógica y el campo, como para hacer honor al nombre del ágora, se le cuela por todos sus intersticios.

Casa bien el verdor con el color local, ese ocre o marrón siena, vinoso y terrizo, que amalgama su carnadura medieval. En Siena reina el gótico, como en Florencia el renacimiento, y entre ambas urbes reinó desde siempre la rivalidad. Pero la peste negra de 1348 y la entrega de Siena al duque Cósimo de Florencia por parte de Carlos V marcó su desventaja. Tuvo no obstante gran peso en los avatares europeos de la época; gracias a santa Catalina de Siena se consiguió que el Papa dejase su exilio de Aviñón y volviese a la sede de Roma.

La alegría de vivir es patente en las enotecas (no solo venden vinos nobles, también toda suerte de delicias), o en el amor por la música -la sede de la Academia sienesa es una joya- o en el arte de vivir que preconizan las boutiques y restaurantes, haciendo de la ciudad una de las más cultas y elegantes de Italia.

Guía para el viajero

Cómo irAlitalia (902 100 323) tiene vuelos diarios a Florencia o Pisa (los aeropuertos más próximos a Siena) vía Roma o Milán, a partir de 249 euros más tasas. Tanto desde Florencia como desde Pisa hay buenas conexiones ferroviarias, y también por autopista.AlojamientoHotel Villa Scacciapensieri (Villa Scacciapensieri, 10, tel. 0577 41441, www.villascacciapensieri.it), un cuatro estrellas en una antigua villa campestre. Hotel Santa Caterina (Via Enea Silvio Picolomini, 7, 0577 221105, www.hscsiena.it), un tres estrellas con encanto. Hotel Palazzo dei Priori (via di Montalbuccio, 38, 0577 44248, www.palazzodeipriori.it). Hotel Duomo (Via Stalloreggi, 38, 0577 289088, www.hotelduomo.it).ComerAntica Hostería da Divo (Via Franciosa, 25, 0577 286054), cocina toscana tradicional. Antica Trattoria Botteganova (Via Chiantigiana, 29, 0577 284230), cocina toscana innovadora.

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