El éxito en un tubo de ensayo
La farmacéutica Esteve quiere cumplir un siglo de vida lidiando con las grandes multinacionales del sector. La tarea no es fácil para una empresa de dimensión familiar. Su éxito depende de los fármacos y las moléculas que está investigando y sacará al mercado en 2005.
Hay un año en la historia de la familia que es el orgullo de los Esteve: 1948. Fue cuando Alexander Fleming visitó España y entre el grupo de personalidades a las que pidió conocer se encontraba Antoni Esteve. El farmacéutico, que en el año 1931 había obtenido las primeras especialidades vitamínicas modernas -esterocal y esterosol- y en 1937 sintetizó la sulfamida, consiguió en 1944 extraer pequeñas cantidades de la mítica penicilina. El flamante premio Nobel, conocedor de este hecho, le animó a seguir con sus investigaciones.
Han pasado 75 años desde que Antoni Esteve se hiciera cargo de la farmacia familiar de Manresa, y aquella botica, convertida después en laboratorio, ocupa hoy un lugar de honor en el ranking de las farmacéuticas españolas. El espíritu emprendedor y la curiosidad científica de aquel Esteve revolucionaron esta industria en aquellos primeros años del siglo XX. En 1954, por ejemplo, exportó el primer medicamento desarrollado en España, el antihemorrágico 101. En suma, los esfuerzos de la empresa familiar se dirigieron desde el primer momento a alcanzar un puesto en la vanguardia del sector farmacéutico mundial.
Esteve es hoy 'un laboratorio de tamaño medio', en palabras de Eduard Valentí, director de gestión de I+D, 'que necesita de socios europeos y americanos para poder sacar adelante muchos de sus proyectos de investigación'. Eso no significa que la compañía haya renunciado a estar entre los grandes, pero su objetivo es competir con ellos manteniendo la dimensión familiar que la caracteriza, tarea nada fácil en un sector donde las grandes multinacionales mueven diariamente miles de millones de dólares en las Bolsas mundiales.
El farmacéutico de Manresa quiso que su empresa fuera una sociedad familiar, y sus herederos -Joan, Monserrat y Josep- no han hecho otra cosa que cumplir su voluntad. Hace un par de meses, Albert Esteve, un hombre que, como sus antecesores, se prodiga poco en los medios de comunicación, dio una interesante conferencia en la escuela de negocios Esade. Allí, el nieto del fundador volvió a repetir lo ya sabido: 'Ante la situación internacional de fusiones y adquisiciones en el sector, existe todavía espacio para la competitividad. Esteve quiere demostrar que las tasas de éxito de sus nuevos productos son muy similares a las de las multinacionales'.
Para estos industriales crecer significa comercializar moléculas de éxito, nunca vender a un extranjero. Eso no sólo acabaría con una de las pocas empresas familiares que hay en España, también pondría fin a toda una filosofía de trabajo. El capital humano es parte esencial de esta industria. El pasado año, la consultora Great Place to Work Institute situó a la farmacéutica en la sexta posición de un ranking que registraba las 100 mejores empresas para trabajar en España, después de analizar variables como la credibilidad, el respeto, el trato justo, el orgullo de pertenencia y el compañerismo.
En estos 75 años, los herederos no se han quedado quietos. En 1963 nació la división de salud animal y en 1974, cinco años antes de la muerte del fundador, se alió con los Puig y crearon Isdin, hoy compañía líder en el mercado de la cosmética de farmacia. En la década de los ochenta, se creó la división de especialidades publicitarias (OTC) y se constituyó la división hospitalaria. Hoy hay en cartera más de 800 patentes. A juicio de Valentí, la propiedad familiar tiene importantes ventajas: 'Mayor agilidad y flexibilidad a la hora de tomar decisiones, por ejemplo'.
Las plantas de producción también han crecido. La compañía, que tiene factorías en Cataluña y México, ha prolongado su expansión hasta China. En el año 2000, fruto del acuerdo con Huadong Medicine Group, farmacéutica líder en China, nació la joint-venture Zhejiang Huayi Pharmaceutical, para la fabricación de principios activos.
En estos años, Esteve ha logrado tejer una inteligente red de alianzas para investigación conjunta con importantes laboratorios, desarrollar nuevas moléculas y hacerse con los derechos de comercialización de estos fármacos en Europa, Latinoamérica y, en algunas ocasiones, todo el mundo. Con Discovery Labs trabajan el área respiratoria. Con Hemispherx pretenden hacerlo sobre un medicamento contra el síndrome de la fatiga crónica. Con Wilex intentan atacar el carcinoma renal. Con Pharming se proponen tratar el angioedema. Y con Wex analizan las propiedades analgésicas del Fugu, el pez japonés, portador de una sustancia que parece ser capaz de paliar el sufrimiento de los enfermos de cáncer.
datos básicos facturación producción diversidad ventas
El grupo Esteve emplea a 2.391 trabajadores, 254 de ellos en la división de I+D. En 2003 facturó 844 millones, de los que 236 millones corresponden a exportaciones. Este año prevé crecer un 4%, hasta 878 millones de euros. En I+D invertirá 231 millones hasta 2007.La farmacéutica tiene dos fábricas en Cataluña, una en China y dos en México. Una de las plantas mexicanas ya ha iniciado la modernización de su tecnología y estará operativa en un año.La compañía es propietaria del 50% de Laboratorios Isdin, una joint-venture en la que también participa Antonio Puig. Esta sociedad está dedicada a la investigación, desarrollo y comercialización de especialidades dermatológicas, ginecológicas y cosmético-farmacéuticas.Los productos estrella de la casa en el año 2003 fueron Liplat, un medicamento para paliar la arteriosclerosis, el antidepresivo Aremis y Vals y Co-val, un fármaco combinado para el sistema cardiovascular, el HTA y la diabetes.
Fugu, un pez japonés para combatir el dolor oncológico
El portafolio de Eduard Valentí, director de gestión de I+D, guarda 13 ambiciosos proyectos. Algunos son investigaciones propias, como los estudios que se están realizando con el antidepresivo E-6006, el principio activo que pretende ayudar a reducir la obesidad (E-6776), o la Cizolirtina, una molécula que intenta atajar la incontinencia urinaria y el efecto secundario más común entre los medicamentos de su gama, la sequedad de boca.En otras investigaciones, Esteve es el socio que se encarga de poner en marcha las distintas fases clínicas, como en el caso de la tetrodotoxina, una patente del laboratorio canadiense Wex Technologies. El origen de este fármaco, destinado a erradicar el dolor oncológico, es realmente curioso, el principio activo está en los óvulos de un pez japonés llamado Fugu. El futuro del laboratorio depende del éxito que obtengan estos proyectos. Para aprender, algunas veces hay que perder y Valentí lo sabe. Hace 12 años, los resultados de Droxican dieron al traste con años de investigación.