'Los mejores siguen estando en EE UU'
Es catedrático de Obstetricia y Ginecología y le acaban de conceder el Premio Rey Jaime I de Medicina Clínica de 2004 por sus aportaciones al campo del tratamiento a la infertilidad humana
Llega al Hotel Palace de Madrid después de haber pasado toda la mañana en un despacho del ministerio de Sanidad. El catedrático Antonio Pellicer, valenciano de 48 años, está cansado y deseando volver a casa. Conoce la voluntad de la ministra Elena Salgado de renovar la Ley de Reproducción Asistida (1988), pero intuye que antes de que el nuevo texto vea la luz tendrá que enfrentarse a largas y a veces infructuosas reuniones. Todo sea por desbrozar el futuro, que comenzó en Reno (EE UU) hace más de una década. Allí, durante la celebración de un Congreso de Obstetricia y Ginecología, le propuso a su colega José Remohí crear una empresa para ayudar a las mujeres que no podían tener hijos. Han pasado 14 años de aquello y le acaban de conceder el premio Jaime I de investigación, por el que se incorporará al Alto Consejo Consultivo de Investigación y Desarrollo de la Generalitat.
Pregunta. ¿Dónde termina el negocio y comienza la ética en una empresa como el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI)?
'Para estar en la vanguardia hay que invertir lo que no es capaz de dedicar la Administra-ción. Si no eres capaz de crear cosas nuevas estás perdido'
Respesta. Nunca creamos esta sociedad con una finalidad lucrativa, no olvide que somos médicos. El problema estriba en que la sanidad pública tiene algunas carencias, y en este caso, en el caso del IVI, eran obvias hace quince o dieciséis años, cuando se constituyó. En aquel momento la empresa privada era la única solución para cubrir ese vacío asistencial; por intentar estar en la vanguardia de este tipo de medicinas uno tiene que crear su propia compañía. Luego, para poder subsistir y pagar a tus empleados tienes que generar unos bienes, pero no creas algo como esta entidad con la única finalidad de montar un negocio.
P. Me refería a la posibilidad de que cualquier mujer en cualquier circunstancia puede tener un hijo.
R. En primer lugar está la ley, después está la ciencia y, por último, los principios éticos. La legalidad impide que algunas cosas que pudiésemos poner en marcha hoy en día, como el útero de alquiler, ni siquiera lo planteemos. En cuanto a la ciencia, hay que tener en cuenta que a partir de los 50 años la mujer tiene más dificultades para quedarse embarazada, puede perder el hijo y corre más riesgos. Pero también puede suceder que esa mujer de 50 años es una madre a la que se le ha muerto el único hijo que tenía en un accidente de moto. Los riesgos físicos que corre al quedarse embarazada podrían hacer pensar que es mejor que no tenga un bebé, pero los beneficios psicológicos son mayores. Tenemos un comité ético que evalúa las circunstancias y toma una decisión cuando un caso no ha sido resuelto ni desde la ciencia ni desde la legalidad, porque hay un vacío.
P. La investigación con células madre ha abierto un mundo de posibilidades, ¿cómo está condicionando a la gestión del IVI?
R. Cuando montamos el Instituto Valenciano de Infertilidad, además del departamento clínico, creamos un área de investigación, que tres o cuatro años después, coincidiendo con la promulgación de la Ley de Fundaciones, se transformó en una fundación y ésta es en la actualidad la que pone en marcha todas nuestras iniciativas de innovación. Para estar en la vanguardia hay que invertir lo que no es capaz muchas veces de dedicar la administración. Es decir, si tú no eres capaz de crear cosas nuevas estás perdido.
P. ¿Y el IVI sólo sería una clínica?
R. Efectivamente. Una clínica que es capaz de comprar el último láser para operar ojos, pero el láser lo ha inventado otro. Nosotros hemos aportado al mundo de la reproducción asistida cosas muy novedosas, por ejemplo, tipos de cultivos embrionarios, que ya hemos patentado. Las células madre. Yo no sabía que el futuro iba a ser de las células madre, pero intuía que teniendo un grupo de investigación capaz de liderar nuevos proyectos, cuanto viésemos la luz, podríamos colarnos.
P. Si hiciésemos una clasificación mundial de equipos científicos, ¿que lugar ocuparían?
R. Nuestro grupo es un grupo que tiene prestigio en todo el mundo. No quiero resultar presuntuoso, pero entre los 20 grupos que tienen algo que decir, yo creo que sí estamos.
P ¿Los mejores siguen trabajando en Estados Unidos?
R. Se están desarrollando mucho los equipos del sudeste asiático, en lugares como Singapur, Corea o Taiwan, seguramente porque sus legislaciones son más laxas. Pero, en general, quienes ofrecen mayores garantías de éxito son los Estados Unidos. Nosotros somos gente educada y formada en Estados Unidos y siempre estamos en contacto con aquel país, porque realmente es de allí de donde viene la información.
Un emprendedor al que no le gusta que le llamen visionario
No le gusta la palabra visionario. Pero hace quince años, cuando la I+D+i todavía se denominaba en España I+D y la innovación era cosa de multinacionales, Antonio Pellicer montó en Valencia un centro de investigación ligado al desarrollo embrionario. De esta intuición, que hoy factura 32 millones de euros y cuenta con una plantilla de 332 trabajadores y casi un centenar de becarios y colaboradores, depende todo lo demás: el salto a México, la expansión nacional y el Instituto Valenciano de Infertilidad. Entidad que tiene hoy centros en Valencia, Madrid, Sevilla, Murcia, Almería y que en septiembre abrirá una nueva clínica en Barcelona. Pero también la última polémica en la que se ha visto envuelto él y su equipo 'por culpa de los políticos', apostilla.Hace unas semanas se difundió la noticia de que Carlos Simón, director científico del Instituto Valenciano de Infertilidad, había conseguido derivar dos líneas de células madre a partir de embriones congelados. El hallazgo, que debía haber sido celebrado como un éxito de la ciencia española, no sólo ha sido acogido con reservas por los colegas de Simón sino también por el propio ministerio de Sanidad que acusó a la Generalitat, promotora de la iniciativa, de no contar con la autorización pertinente. Mientras los partidos políticos 'resuelven sus rencillas', dice, Pellicer participa junto a otros expertos en la nueva redacción de la Ley de Reproducción Asistida.