La pasión de pilotar globos aerostáticos
En España no hay muchos candidatos a emular a Phileas Fogg, el protagonista de La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne. En todo el país únicamente hay 200 personas con carné para pilotar globos aerostáticos. Alrededor de 50 de estos aficionados y otros extranjeros se reunirán desde mañana y hasta el próximo domingo en Igualada, a 50 kilómetros al oeste de Barcelona, en la octava edición del Festival Europeo de Globos Aerostáticos.
Los vuelos se realizarán, como siempre, a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde. Es un horario obligatorio. 'Los globos no pueden volar en las horas de sol por el peligro de encontrarse con una térmica', explica Jaume Llançana, piloto y colaborador en la organización del encuentro. 'Una térmica es una corriente de aire caliente que eleva rápidamente el globo y que cuando pasa provoca que caiga en picado con el riesgo de chocar contra el suelo'. Pero si no se vuela a horas prohibidas, el viaje se convierte en un paseo que permite divisar a la altura elegida el paisaje de muchos kilómetros a la redonda.
Un globo cuesta alrededor de 24.000 euros y una sola persona basta para dirigirlo, 'pero no para desplegarlo y volverlo a plegar y volver con él al punto de partida', advierte Llançana. Durante un paseo de ocio se suele volar desde ras de suelo o por encima de las copas de los árboles hasta 1.000 o 2.000 metros, aunque el récord de altura está en 14.000. En una hora se recorren 15 o 20 kilómetros, 'dependiendo de la fuerza del viento'.
pruebas
l En el festival de Igualada se desarrollarán varias modalidades de concursos. En uno de ellos, el de dianas, los globos deben partir de un punto determinado y acercarse a cuatro dianas ubicadas en el suelo y lanzar sobre ellas el testigo (un saco de arena o de arroz). En otra de las modalidades se atan globos de helio a una determinada altura y los participantes, que parten de un punto alejado, deben intentar acercarse y pincharlos.