Citibank se plantea comprar el negocio de tarjetas a otros rivales en España
Citibank España no descarta comprar carteras de tarjetas de crédito de otras entidades, ya que ve ofertas interesantes en el mercado que le harían ganar tamaño, según ha explicado el director de la división de medios de pago, Carlos Menéndez.
La filial española del estadounidense Citigroup, primer banco del mundo, quiere crecer a toda costa en tarjetas, donde es uno de los emisores más importante con 500.000 clientes y una cuota del 2% del negocio, al nivel de Banesto. 'Queremos crecer frente a todos el sector crece al 15%, no frente a un competidor en particular', señala Carlos Menéndez, director de medios de pago.
Lleva tres meses en el cargo, tras cuatro años lidiando desde el banco con el mercado brasileño de tarjetas y otros cuatro años y medio en EE UU como responsable de tarjetas de marca compartida. Su misión ahora es dar un impulso al negocio en España.
Reconoce que 'hay carteras' en el mercado español 'que nos interesarían' y no descarta que el banco tantee a otras entidades para comprarlas y ganar peso en el negocio.
La forma de captar clientes en los medios de pago dista mucho del resto de sus competidores bancarios ya que el 90% de los titulares de tarjetas Citibank no tiene cuenta corriente en el banco. Esto se explica porque la oficina no es el principal canal de contratación y se complementa con una comercialización más pro activa con envíos por correo selectivos y puntos de venta en centros comerciales. El banco tiene previsto lanzar nuevas tarjetas revolving (pago a crédito con interés) después de ser pioneros en ofrecer descuentos. 'Nos imitaron', dice Menéndez.
El directivo, gran conocedor de los medios de pago, cree que 'el mercado está cambiando en España' y el crecimiento vendrá por una mayor colocación de tarjetas entre clientes desvinculándolo de la cuenta. Admite que hay un obstáculo cultural para hacerlo, pero 'también lo había en EE UU; las necesidades del consumidor cambian', sentencia. Cree que es cuestión de tiempo, hasta que la actual generación de jóvenes, ya muy proclive a usar la tarjeta, gane poder adquisitivo.