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CincoSentidos

La depresión de la tumbona

Por increíble que parezca hay gente que sufre cuando llegan las vacaciones. Psicólogos austriacos de la Clínica Psiquiátrica Wagner-Jauregg han puesto nombre al mal que padece este extraño colectivo: la depresión de la tumbona. Trabajadores que acumulan un estrés excesivo durante todo el año ponen demasiadas expectativas en las vacaciones y luego se sienten defraudados, lo que les impide disfrutar del descanso. Y otros que, acostumbrados a un frenético ritmo de trabajo, se desinflan con la falta de actividad y sufren algo así como un síndrome de abstinencia, que no les deja disfrutar de su tiempo de ocio.

'Cuando se acumula mucho estrés durante todo el año es imposible superarlo en un mes. Hay que aspirar al equilibrio durante los doce meses del año, no esperar a lograrlo en sólo 30 días', afirma José Luis Álvarez, profesor de comportamiento organizacional del Instituto de Empresa.

Un tercio de la vida para el trabajo, un tercio para el descanso y un tercio para el ocio sería una buena fórmula para vivir en armonía, según María Cervera, psicóloga de la consultora de recursos humanos Icas. El problema es que muchos profesionales, sobre todo los que tienen puestos de responsabilidad, dedican dos tercios al trabajo, se olvidan por completo del ocio y 'cuando llegan las vacaciones no saben qué hacer, se aburren y se sienten angustiados'.

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Muchos trabajadores son incapaces de conectar con su familia en vacaciones

Hay, incluso, quienes buscan un pretexto cualquiera para adelantar la vuelta. Otros viven pendientes del móvil y lo utilizan de manera compulsiva, convierten el apartamento, la casa de vacaciones o su habitación de hotel en una sucursal de oficina y trasladan el ritmo de su agenda laboral a su agenda de vacaciones. Planifican al minuto hasta el momento de abrir la sombrilla o comerse un boquerón, sienten que pierden el tiempo si no se dedican a algo productivo, se desesperan si pasan más de una hora en una tumbona bajo el sol y son incapaces de dejar en la oficina la sensación de prisa y urgencia que les acompaña todo el año.

'Al segundo día de vacaciones ya hay hartazgo de niños. El trabajador es incapaz de conectar psicológicamente con su familia o las personas que le acompañan durante las vacaciones y lo que para la mayoría es la mejor época del año, para ellos acaba siendo un desastre', comenta Santiago Álvarez de Mon, profesor del IESE, un firme defensor de encontrar 'fuentes de ocio en el negocio', pero también de 'encontrar fuentes de placer en el mero ocio'. 'El descanso es imprescindible para el tono vital. Uno no debería pasarse cinco días tratando de aclimatarse al nuevo ritmo y otros cinco días antes de la vuelta pensando en lo que le espera porque se pierde la mitad. Hay que desconectar desde el momento en que sales hasta el final', aconseja Álvarez de Mon.

José Luis Álvarez cree que detrás de lo que muchos entienden como profesionalidad o hiperresponsabilidad hay, en algunos casos, 'falta de seguridad, falta de liderazgo, problemas de autoestima e incluso miedo a que te muevan la silla'.

Estas personas padecen 'fantasías de día', una forma de soñar despierto sin control con el fin de intentar reproducir en la mente lo que está pasando en la oficina durante su ausencia.

Para los adictos al trabajo

'El ocio no tiene porqué tener un componente de pasividad', afirma Santiago Álvarez de Mon, profesor del IESE. Lo recomendable para los ejecutivos que viven durante todo el año inmersos en una actividad frenética es llenar el tiempo de ocio con actividades que también consigan captar toda su atención. El golf, los viajes y la navegación son algunas posibilidades, pero también simplemente abandonarse en la lectura de una novela o en cualquier otra cosa que permita disfrutar a la persona.José María Sánchez, psicólogo de Fremap, explica que la adicción al trabajo es como cualquier otra adicción. El trabajo sería, en este caso, la sustancia que 'por una parte estimula y por otra relaja y genera bienestar. Por eso, cuando falta provoca abstinencia y puede llevar a la depresión'. Para no ir tan lejos, conviene que estas personas realicen, también en vacaciones, tareas que les absorban y 'les ayuden a mantenerse activos'. 'Se trata de encontrar aquello que permita no ser excesivamente consciente de uno mismo. El equilibrio y la felicidad se consigue cuando estás haciendo algo que te hace olvidarte del reloj', sugiere el profesor José Luis Álvarez. 'Hay que tener la capacidad de salirse de uno mismo y meterse en otra cosa, abandonarse en una tarea que te haga disfrutar. Cuando una persona no tiene nada ni nadie en dónde perderse, salvo en su propio trabajo, es cuando llegan los problemas', subraya Álvarez.

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