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Unión europea

Bruselas debate el futuro del Pacto de Estabilidad

La aplicación automática e inflexible del Pacto de Estabilidad y Crecimiento dejará paso en el futuro a una interpretación adaptada a la coyuntura económica y a la realidad presupuestaria (momentánea y venidera) de cada país.

La aplicación automática e inflexible del Pacto de Estabilidad y Crecimiento dejará paso en el futuro a una interpretación adaptada a la coyuntura económica y a la realidad presupuestaria (momentánea y venidera) de cada país.

La Comisión Europea sentará hoy las bases para la flexibilización del Pacto de Estabilidad cuando aborde, por primera vez, las ideas del comisario Joaquín Almunia para compaginar rigor fiscal y crecimiento económico.

Bruselas hace este ejercicio coincidiendo con la presentación de un informe sobre las finanzas públicas de la zona Euro en el que se constata que, en cinco años de unión monetaria, el balance presupuestario global de los doce países que comparten divisa ha pasado de un superávit de dos décimas en el año 2000 a un déficit del 2,7% en 2003.

La Comisión propone terminar con la aplicación automática e inflexible del pacto

El estudio concluye que la deriva presupuestaria hubiese sido aún mayor sin el Pacto de Estabilidad, pero reconoce también que el marco de disciplina fiscal comunitario necesita una reinterpretación para limar los aspectos que pueden agravar una crisis. Entre los aspectos del Pacto ahora cuestionados está el hecho de que tolera aumentos del gasto público en épocas de crecimiento económico e impone recortes cuando la crisis exigiría un aumento de determinadas partidas sociales.

Los parámetros más importantes del Pacto de Estabilidad se mantendrán intactos (3% de déficit y 60% de deuda como umbrales máximos para las finanzas públicas). Hoy mismo, la Comisión expedientará a Grecia y a varios países recién incorporados a la UE por superar el límite de déficit fijado por el Pacto.

Sin embargo, Almunia desea que la supervisión fiscal ponga el énfasis a partir de ahora en las medidas preventivas y la coordinación económica y no en las penalizaciones.

Se quiere que el plazo para situar el déficit por debajo del 3% sea más flexible (ahora es de un año) y la interpretación de las circunstancias excepcionales que justificarían un derrape fiscal (ahora se exige una recesión del 2%) también será mucho más relajada.

La cámara de tortura ideada por el Gobierno alemán de Helmut Köhl en el año 1997 dejará paso, además, a la presión política de la Comisión Europea y los ministros de Economía sobre los socios indisciplinados.

El automatismo de los procedimientos administrativos, que pueden concluir en una desorbitada multa del 0,5% del PIB del país infractor, se sustituiría por recomendaciones macroeconómicas (sobre reformas estructurales o estructura del presupuesto) más difíciles de acatar pero cuyo cumplimiento es más difícil verificar.

El margen de discrecionalidad asusta a los países más ortodoxos de la UE, como Holanda, porque puede traducirse en un favoritismo hacia los países más poderosos. Pero los frustrados expedientes disciplinarios contra Francia y Alemania, que fueron paralizados por el consejo de Ministros en noviembre del año pasado, han convencido a todas las partes de la inutilidad de blandir un castigo tan ejemplar como inaplicable.

Los líderes europeos pidieron la semana pasada a la Comisión Europea que presente ya propuestas concretas para reinterpretar el Pacto. Pero Almunia esperará a que el Tribunal de Justicia de la UE resuelva el recurso de la Comisión contra la paralización de los expedientes de Francia y Alemania, antes de formalizar plenamente las ideas que se discutirán hoy. El comisario quiere, además, debatir exhaustivamente los posibles cambios con los ministros de Economía.

El calendario es muy ajustado porque la sentencia se espera entre julio y septiembre y el mandato de la Comisión de Prodi expira el próximo 31 de octubre. Aunque el Gobierno español desea que Almunia continúe como comisario, el bilbaíno podría tener que cambiar de cartera.

Almunia descarta excluir partidas de gasto del cómputo del déficit

Educación, sanidad, defensa... Algunos países como Italia, uno de los grandes de la zona euro con más problemas de déficit (ver gráfico), han pedido que determinadas partidas de gasto se excluyan del cómputo del déficit público. Sin embargo, la Comisión Europea ha respondido a estas peticiones señalando que 'el déficit aumenta la deuda, incluso cuando sirve para financiar inversiones útiles'. El nuevo comisario de Economía, Joaquín Almunia, coincide con su antecesor, Pedro Solbes, en que una decisión de este tipo entrañaría más problemas que beneficios. 'El cómputo de un déficit neto excluyendo ciertos gastos calificados como productivos reduciría peligrosamente la eficacia de la supervisión fiscal comunitaria', apuntan en el departamento de Economía de la Comisión Europea. Bruselas prefiere que los Gobiernos hagan un esfuerzo para mejorar la calidad del gasto público, centrándolo en aquellas partidas que puedan contribuir a mejorar el potencial de crecimiento de la zona euro. Pero respetando siempre el límite de déficit, fijado en el 3% del Producto Interior Bruto.

Deuda

Garantizar su sostenibilidadLa aplicación del Pacto de Estabilidad se centra ahora en la vigilancia del déficit público. En el futuro se quiere prestar también atención a la deuda, en especial a su sostenibilidad.

Alerta

También en épocas de bonanza La Comisión Europea estudia la posibilidad de extender los actuales sistema de alerta sobre la evolución del déficit público a los países que no superen el 3%, pero cuya tendencia sea al alza.

Tregua

Plazos más generososLos países cuyo déficit supere el límite del 3% del PIB dispondrán de plazos más largos (ahora son de un año) para corregir la desviación presupuestaria si la coyuntura así lo exige.

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