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El sistema de Bretton Woods

Estados Unidos necesita una financiación exterior de 1.500 millones de dólares diarios

Se dice que el Imperio Romano tardó 400 años en degradar la pureza de su moneda y que a Gran Bretaña le bastó con 50 para conseguir idéntico objetivo. La pregunta de ahora es cuánto le va a costar a EE UU.

Las interrogaciones de este tipo surgen cada vez que el dólar está en un proceso de depreciación acelerado como el que lo ha llevado en los tres años últimos desde 0,82 hasta 1,30 dólares por euro. Sólo la recuperación experimentada por la moneda americana en los últimos cinco meses las ha retirado, por ahora, de la circulación.

Pero el mes que viene se cumple el sesenta aniversario de los acuerdos de Bretton Woods, que sentaron las bases de lo que habría de ser el sistema monetario mundial durante los 27 años siguientes.

La monetización del déficit que realizó el Gobierno norteamericano durante los años de la guerra de Vietnam junto con el hecho de que la economía norteamericana en los años sesenta del pasado siglo actuaba, al igual que ahora, como locomotora de la economía mundial hicieron que el enorme volumen de dólares en circulación terminara por minar la fortaleza de una moneda que era la base del sistema acordado en Bretton Woods.

En la agitación diaria de los mercados de cambio suelen olvidarse las tres condiciones que se le exige que cumpla a una moneda que es la base del sistema internacional de pagos: que sirva como unidad de cuenta, como medio de pago y como depósito de valor, lo mismo para los Gobiernos que para los inversores individuales o institucionales. Durante el periodo que va de 1995 a 2002 la recuperación de la fortaleza del dólar dejó fuera de lugar el preguntarse de si el dólar cumplía esas tres condiciones. Es ahora, con la nueva caída del dólar, cuando vuelve a recordarse que los enormes déficit comerciales que acumula EE UU lo convierten en demandante neto de una enorme financiación desde el exterior, que desde hace ya tiempo exige que entren capitales por valor de más de 1.500 millones de dólares diarios.

En estas circunstancias parece bastante normal que los acreedores se pregunten si, como todo país deudor, no estará Norteamérica interesada en reducir el valor real de su deuda por la vía de la inflación y, por supuesto, de la depreciación de su moneda.

Viene todo esto a cuento de que, coincidiendo con el sesenta aniversario de Bretton Woods, se está perfilando una situación en muchos aspectos parecida a la que llevó en agosto de 1971 a que el entonces Presidente Richard Nixon declarara la inconvertibilidad del dólar en oro.

Para entonces, Estados Unidos había acumulado 13 años de déficit comercial. Además, la necesidad de recursos para financiar la guerra de Vietnam había llevado a la monetización del déficit y, para colmo de coincidencias, después de un periodo expansivo que entonces se consideraba, y era realmente, el más largo de la historia la economía norteamericana había pasado por una recesión (en 1970) en la que el PIB real había caído un 0,6% (justamente lo mismo que en 2001, tras el mayor periodo expansivo de la historia de EE UU, que había dejado a la expansión de los años sesenta como el segundo periodo más largo).

Las coincidencias históricas no deben trasponerse de manera mecánica, pero lo que sí indican parecidos tan importantes es que, al igual que ocurrió en los años setenta, no será fácil restablecer el equilibrio. La corrección de los déficit monetario y fiscal de EE UU exigirá un periodo de ajustes en el que la contribución desestabilizadora del incremento de los precios del petróleo no hace sino completar el cuadro de las similitudes con lo que fueron los años 1973 y 1974 (aunque aún se esté muy lejos, en términos reales, de lo que fueron los precios del petróleo en esos años).

En una etapa tan agitada, es fundamental el encontrar fondos que puedan captar el potencial revalorizador de las Bolsas, protegiéndonos a la vez de las caídas que puedan tener.

Una opción posible son los fondos de bonos convertibles que combinan, como es bien sabido, en su cartera de inversión, la renta fija con una opción de compra sobre acciones de la misma compañía que la ha emitido. El aumento de la volatilidad de las ultimas semanas habrá hecho subir el precio de las opciones y favorecido al valor liquidativo del fondo. La subida de los tipos de interés, en cambio, habrá perjudicado la cotización de los bonos.

Análisis Países y monedas locales

l Los países que se adherían al sistema de Bretton Woods debían fijar el valor de sus monedas en relación con el oro o con el dólar con efecto desde el 1 de julio de 1994 (en ese momento una onza troy estaba valorada en 35 dólares).l Una vez establecido ese valor, todas las transacciones que se hicieran entre los países miembros debían efectuarse a un tipo de cambio que difiriera de él en más del 1%.l El valor de la moneda de un país sólo se podía cambiar si estaba motivado por la necesidad de corregir un fuerte desequilibrio de su balanza comercial.

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