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Carlos Falcó

'Es necesario llevar la contraria'

Tiene 67 años, pero el marqués de Griñón no piensa en la retirada. Seguirá con las 'botas puestas', aunque cada día se empeña más en ir cediendo el testigo de los vinos y de los aceites a sus hijos.

Cada vez que un periodista llama a la finca de Valdepusa (Toledo) las puertas se abren de par en par. Carlos Falcó, sevillano, ingeniero agrónomo, considera que es su mejor tarjeta de presentación. 'Si eres el dueño de General Motors puedes invertir muchos millones en publicidad, pero no es mi caso'. Las bodegas Dominio de Valdepusa cumplen 30 años, pero además tiene su propia denominación de origen. El marqués de Griñón vendió en 2003 siete millones de botellas en 30 países.

Pregunta. Ha visto cumplido el sueño de elaborar vino de calidad en una zona como Toledo, un tierra poco codiciada en el sector vinícola.

'Soy un hombre de campo. Si por algo me caracterizo es porque soy paciente y siempre miro a largo plazo'

Respuesta. Han pasado ya 30 años desde que planté la primera viña de Dominio de Valdepusa. En estos momentos produce 300.000 botellas al año. Ha sido como una travesía en el desierto. Cuando terminé la carrera de ingeniero agrónomo me marché a California a hacer un máster. Allí comprobé que se podían hacer buenos vinos en climas cálidos, pero me encontré con que en España estaba, en aquella época, todo prohibido. Traer unos esquejes de cabernet sauvignon era terrible. Los tuve que traer a España escondidos en un camión de manzanas. En general, me gusta llevar la contraria a todos los esquemas que establecidos. Es necesario llevar la contraria porque así se cumplen muchos sueños.

P. Al principio muy pocos creían en usted.

R. Nadie creía que se podía producir vino de calidad fuera de La Rioja. Tuve que exportar lo que producía. Afortunadamente la crítica internacional me recibió muy bien en Estados Unidos y en Inglaterra.

P. ¿Tener un título nobiliario le ayudó?

R. No ayuda tener un título, lo que si ayuda y es importante es que un critico abra una botella, le guste y lo ponga bien. La calidad es lo que importa y demostrar que existe un cierto interés. A mí todo lo que tiene que ver con la tierra siempre me ha fascinado. Por ejemplo, hace 14 años decidí estudiar la posibilidad de elaborar aceite de calidad. Estudié todos los aceites de la Toscana y me volqué en este tema. Creo que cuando le pones interés tienes éxito y nosotros lo vamos a conseguir ahora, con el que acabamos de lanzar. En España no existía tradición de aceites de pago, de finca. Y queremos repetir con el aceite virgen extra la misma historia que iniciamos ya con el vino.

P. Le atraen los obstáculos.

R. Me divierte muchísimo llevar la contraria. Es sano que, de vez en cuando, venga alguien a demostrar que se puede innovar. Al final es lo que más aprecian los consumidores y también los medios de comunicación, que suelen hacerse eco de la iniciativa.

P. Ahora se han incorporado tres de sus hijos, la segunda generación, a trabajar en la compañía, ¿le ha costado convencerles?

R. No mucho. Cuando has hecho un esfuerzo durante 30 años de tu vida es una satisfacción comprobar que la empresa puede sobrevivir más allá de tu ciclo biológico. A todo padre le gusta comprobar que sus hijos tienen interés por aquello por lo que has luchado. Mi hija Sandra es la directora de marketing y se encarga de comercializar el aceite. Manuel es banquero, pero me asesora en la empresa; y Támara también colabora en temas de comunicación. Se trata de profesionalizar la empresa y de ofrecer garantía de futuro.

P. Su paciencia para sacar el negocio adelante contrasta con las prisas que se viven hoy día para obtener resultados a corto plazo.

R. Soy un hombre de campo. Tengo un olivo que tiene mil años, un símbolo de lo que significa perdurar en el tiempo. Si por algo me caracterizo es porque soy muy paciente y siempre miro a largo plazo. Eso no significa que sea conservador porque siempre estoy innovando, creando. Es mi hijo quien me tiene que moderar a mí.

Obsesionado por cómo se coloca su vino en las tiendas

Llega al hotel Villamagna de Madrid, elegido por él para hacer la entrevista, y saluda con un abrazo al actual ministro de Defensa y ex presidente de Castilla-La Mancha, José Bono. 'Ha hecho mucho por los vinos de la región. Le echaremos de menos', comenta después Carlos Falcó sobre el político.Este hombre, elegante y de risa fácil, asegura que vive por y para los vinos. Incluso su corbata lleva motivos con racimos de uvas.Asegura que lo más importante en cualquier empresa es cuidar la imagen y la marca. 'Sufrí mucho en mis años de agricultor puro y duro. Al no tener una marca propia me daban muchos palos'. Entre ellos, los climáticos. Ahora se ocupa de mimar y de vigilar sus marcas (Marqués de Griñón, Durius o Emeritus). Incluso reconoce que no puede resistir la tentación de acudir a un supermercado o a una tienda y comprobar cómo están colocados sus vinos en las estanterías. 'Es ahí, en ese escaparate, donde la marca es el único criterio para que un consumidor lo compre. Luego está el precio, pero es importante que esté en un sitio bien visible', asegura Falcó, quien señala que el respeto sólo se consigue con calidad y con profesionalidad.'No se puede engañar y menos con el vino, que es uno de los placeres de la vida y uno de los productos que la gente valora más en la actualidad', señala. En estos momentos, y con sus hijos incorporados a la gestión de la empresa, dedica mucho tiempo a promocionar sus vinos en otros países. 'Dispongo de un buen equipo de producción y comercial y creo que mi colaboración con la empresa es bastante importante aunque no imprescindible. Quiero dedicarme más a la creatividad y menos a la gestión'. De lo que no se olvida es de pisar la tierra de los viñedos o de medir el estrés de las vides.

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