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CincoSentidos

Desilusión con los 'miuras'

La corrida comenzó mal mucho antes de que ayer, a las siete de la tarde, sonasen los clarines. De los toros que los hermanos Antonio y Eduardo Miura habían embarcado en su finca sevillana, los veterinarios únicamente aprobaron dos. Trajeron otros cuatro, aunque finalmente sólo saltaron al ruedo madrileño cinco, completándose la corrida con un toro de Espartaco que se lidió en cuarto lugar. Un remiendo muy serio, muy feo y muy montado de cuello al que se castigó en baras y que en la muleta del mejicano Zoto Luco desarrolló muchas complicaciones. Hasta ese momento, ese cuarto toro había parecido, sin serlo, el más miura de todos. Y de los cinco miuras verdaderos, el último de la tarde fue devuelto a los corrales por cojo.

La primera decepción fue que no se lidiase completa la corrida de Miura. La segunda fue la presentación de los toros que no estuvo a la altura de lo que se espera de esta ganadería. La tercera, que ninguno dio el juego sobre el que han labrado su leyenda. Y no se trata de desear toros peligrosos, sino de esperar que el miura sea fiel a su historia, que tenga emoción y que los toreros que sean capaces de jugarse la vida con ellos se sientan reconocidos.

Hubo un toro excelente para el torero, el segundo, que correspondió a Juan José Padilla, un toro noble que permitió el toreo ligado, y que solo tuvo el inconveniente de su excesiva docilidad. Una nobleza inaudita en esta ganadería. También fue noble aunque menos completo, el primero, al que Zoto Luco lidió sin excesivas confianzas.

A partir de ahí se acabó todo lo bueno de la tarde. A Dávila Miura, sobrino de los ganaderos, le correspondió un primer toro andarín y molesto y luego un sobrero de Rivera Ordóñez, que sustituyó al sexto miura; un toro manejable al que faltó entrega.

El quinto, de Juan José Padilla, que pesó 641 kilos sí que tuvo problemas de verdad. El toro se revolvió en las zapatillas del torero, embistió rebrincado y siempre supo lo que se dejaba atrás. Un miura malo, pero un miura de verdad.

Si a la buena clase del segundo se le añadiese una mayor transmisión, también hubiera sido un auténtico miura. Y de los buenos.

El público se mostró a ratos entregado con la corrida y en otros momentos severo con los toreros. Cuando pasan pocas cosas en el ruedo de Madrid, los espectadores suelen mostrar esa actitud, que en el caso de la pitada que dedicaron a Padilla en su primero, fue totalmente injusta.

Ecos de la feria

Castella, valentísimo. El diestro francés, Sebastián Castella, se jugó la vida en la corrida del miércoles 2 ante un toro muy violento de Samuel Flores que le propinó una cornada leve de 10 cm en la axila.Robleño, voluntarioso. Ese mismo día, el madrileño Fernando Robleño estoqueó con gran dignidad un lote deslucido de Samuel Flores.Iván García, muy capaz. El también madrileño Iván García demostró su capacidad como torero el martes 1, la tarde de los toros deslucidos de Atanasio Fernández.Valverde y Luguillano, discretos. Ni David Luguillano ni Javier Valverde lograron nada positivo con sus atanasios. Luguillano, además, entró en la enfermería para ser atendido de un fuerte dolor de estómago.

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