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CincoSentidos

El nuevo modelo de conservación

Las obras contemporáneas han cambiado algo más que la forma de percibir el arte. La interactividad ha sustituido en muchos casos a la contemplación, lo que junto a la sustitución de materiales ha venido a remover el concepto de conservación y restauración y a cambiar los papeles en los departamentos de los museos.

'El conservador de arte contemporáneo es hoy más un gestor de intervenciones que aquel especialista de bisturí', admite Begoña Arístegui, coordinadora del departamento de conservación del Museo Guggenheim de Bilbao.

Una vez que el artista ha dejado de lado los materiales tradicionales y utiliza para crear sus obras desde plástico a materia orgánica o soportes basados en las nuevas tecnologías, la clave está, según Arístegui, en 'rodearse de un equipo de especialistas' de lo más variopinto.

Algunas empresas comienzan a asumir parte de las labores de mantenimiento. En el museo bilbaíno los conservadores trabajan codo a codo con fontaneros, informáticos o jardineros para mantener a punto el arte más vanguardista. Es el caso de la escultura Puppy, de Jeff Koons, el perro de flores que debe ser cuidado constantemente por un equipo de jardineros.

'En un principio provocó extrañeza, pero las empresas se han ido sensibilizando y ya tenemos un personal de confianza', explica la jefa de un departamento que ha preferido quitarse de encima el epígrafe de restauración para asumir el de conservación. Hasta los fontaneros meten mano a piezas como la instalación Niebla, de Fujiko Nakaya, por su dispositivo de evaporación del agua. 'Lo que hacemos es conservación preventiva', asegura, lo que significa evitar deterioros y trabajar en el día a día de la obra. 'No se trata de restaurar la obra estropeada, sino de alargar la vida de unos materiales que muchas veces son orgánicos y se pueden pudrir'.

Ocurre con los espárragos que Kiefer utiliza en su obra Embarcación solar, sobre los que se realiza un control de plagas. 'Es el concepto de arte efímero. Muchos artistas conciben sus obras sabiendo que tienen una vida finita, nosotros lo que hacemos es posponer la muerte del material'.

Otra pieza esencial en la conservación es el control del ambiente, de la humedad (50 grados) y la temperatura (unos 20 grados), además de trabajar en la seguridad de las obras y en el comportamiento de los visitantes. 'Al ser un arte más lúdico y de mayor interacción con el espectador debemos intentar dar pautas al visitante para que no estropee las piezas', explica.

Los siete años que lleva abierto el museo han dado tiempo para concluir un estudio sobre la conducta de los que lo visitan: las piezas de grandes dimensiones son las que más atraen, así como las texturas rugosas y brillantes. Las superficies monocromáticas llevan a los visitantes a tocar la obra y la gran sala Fish, 'eleva el alma', dice Arístegui, y hace que la gente salte y corra.

El artista opina

El arte contemporáneo tiene una ventaja para los equipos de conservación: el artista, en la mayoría de los casos, está vivo. 'Lo ideal es que el propio artista nos cuente sus intenciones a la hora de hacer la obra y sus pautas para conservarla', aseguran fuentes del Guggenheim Bilbao.Para ello, los conservadores han realizado un cuestionario que han pasado a algunos de los artistas con obra en la colección propia del museo. Las entrevistas se graban y pasan a formar parte de un fondo de consulta. El Guggenheim forma parte del proyecto Incca que reúne a los conservadores de once museos europeos de arte contemporáneo. El objetivo es crear una web con un banco de datos de intercambio para conservadores. La próxima reunión de Incca será en septiembre en Bilbao.

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