Deportividad en Roland Berger
Tiene que ser duro para un hincha del Fútbol Club Barcelona asomarse a la ventana de su despacho y ver el estadio Santiago Bernabéu. Es lo que le ocurre a Josep Ros, gerundense de 41 años y director general de la consultora Roland Berger. Asegura que este pequeño contratiempo lo lleva con humor, ya que mantiene 'excelentes relaciones' con el equipo directivo del Real Madrid. Pero no deja de ser una faena, que él se toma como un reto más de su profesión. 'Preferiría trabajar frente al Nou Camp, pero con un cristal triple no tenemos que escuchar el griterío de la afición, así lo llevamos lo mejor que podemos'.
Este buen talante con el equipo rival demuestra, en parte, su actitud frente al trabajo. En consultoría, afirma, es necesario trabajar en equipo, nunca en solitario, para buscar las mejores soluciones a los clientes. 'Tenemos que tener una gran capacidad de análisis, de síntesis, pero sobre todo coraje para decirle al cliente cosas que no se espera. A partir de ahí entra en juego la innovación y la creatividad', explica.
Es un ejecutivo meticuloso y ordenado. Considera que es una manera de ser eficaz. Le gusta revisar cada día el plan de trabajo. Su jornada laboral, explica, no baja nunca de las 11 horas, algo de lo que se avergüenza. 'Es un sector en el que no puedes contabilizar nunca las horas. Es una profesión muy esclava y muy intensa. Trabajas con hitos, presentaciones a los clientes y a la vez tienes que gestionar equipos', afirma. Y asegura que la crisis no le ha rondado a Roland Berger, que desde el año 2000 ha registrado crecimientos de entre el 12 y el 15%. La facturación en España de esta consultora, presente en 21 países de Europa, Norte y Sur de América y Asia, fue de 30 millones de euros en 2003.
'Para ser socio de una consultora hay que hacer el trabajo bien y generar negocio para la empresa'
Procura tener siempre la puerta de su despacho abierta porque, según asegura, le gusta ser una persona cercana. Aunque también necesita tener momentos de tranquilidad y que nadie le moleste. 'Cuando tienes que hacer una presentación a un cliente tienes que sintetizar ideas y hay que manejar mucha presión'. Es, entonces, cuando le gusta desperdigar papeles en la mesa de reuniones, que ha de estar completamente vacía, y que haya un cierto caos. 'Me encanta montar lo que yo llamo la arquitectura del documento, que no es otra cosa que mover páginas hacia adelante, hacia atrás, hasta que configuras la presentación final que le ofreces al cliente', explica.
Josep Ros se ha formado en Estados Unidos. Es ingeniero industrial por la Universidad del Sur de Florida y tiene un máster en administración de empresas y otro en Ingeniería industrial por la Universidad del Sur de California. Durante una década trabajó en la consultora Arthur D. Little, donde formó parte del equipo ejecutivo y del consejo de organización estratégica. Desde hace tres años trabaja en Roland Berger, donde desarrollan su labor 70 profesionales de la consultoría.
Se define como un directivo 'razonablemente exigente' y, en ocasiones, 'impaciente'. Suele ser norma de la compañía realizar exámenes de evaluación al equipo directivo. 'Me exigen mucho y yo, por tanto, soy exigente con los demás, pero el mercado así lo reclama'. Asegura que el sector de la consultoría está sometido a un alto grado de competitividad debido a que los 'clientes cada vez están más preparados para exigir'.
En este sentido, apunta Ros que los directivos españoles son muy exigentes, 'tienen carrera universitaria, un máster y saben muy bien lo que quieren'. Para llegar a socio de una consultora, recomienda al profesional, en primer lugar, hacer el trabajo muy bien, pero sobre todo es necesario tener capacidad para establecer relaciones con los clientes. Fundamental. Esto significa aportar negocio a la empresa y, por tanto, generar carga de trabajo a los distintos miembros de la consultora. Calcula que para conseguir llegar a este puesto y conseguir la confianza de los clientes han de transcurrir al menos entre seis y ocho años.
Tener un máster, preferentemente en Administración y Dirección de Empresas, también puntúa, pero no es decisivo. 'Son estudios que recogen tu experiencia académica, pero a la vez se trata de una oportunidad de desarrollarse personalmente porque te enriquece', afirma.
Arropado con los cuadros de su esposa
Su única aportación al despacho, que se encontró ya decorado cuando tomó posesión de su cargo, son dos cuadros de su esposa, la pintora Blanca Rey. Los muestra con orgullo porque tienen que ver con temas industriales, un sector en el que Josep Ros tiene clientes. 'Es un homenaje que me ha hecho, ya que me ocupo de estos temas', afirma. Asegura que mirarlos le relaja. Y eso es bueno para su trabajo.Se siente orgulloso cuando algún cliente le alaba la minuciosa obra de Rey. Sobre la mesa de trabajo, pero casi ocultas porque le gusta separar entre su vida profesional y laboral, tiene fotografías de sus tres hijas y de su esposa. Cuando no trabaja, su principal ocupación es la familia, con la que le gusta montar a caballo para estar en contacto con la naturaleza. Como elemento decorativo llama la atención dos aviones de los que regala Iberia a los clientes de la tarjeta platino y que él utiliza como pisapapeles.