El quinto año malo
A finales de marzo de 2003, cuando la Bolsa había tocado fondo pero sólo un puñado de inversores se lo creían, Credit Suisse redactó un informe en el que se limitaba a comparar la crisis de 2000 con otras etapas similares a lo largo de los últimos 150 años. El resultado era que la Bolsa solía caer durante tres años y recuperarse al cuarto.
En consecuencia, y dado que desde los máximos de marzo de 2000 hasta los mínimos de marzo de 2003 las Bolsas habían retrocedido, tocaba recuperación. Durante 12 meses. Y así fue. La Bolsa encarriló las ganancias con tal decisión que en el mes de junio los inversores todavía trataban de valorar la sostenibilidad de la subida pero ya habían llegado tarde.
Las alzas duraron 13 meses, hasta abril de este año. A partir de este momento han llegado los miedos al mercado, encarnados esta vez en un petróleo y un dinero un poco más caros, además de la desestabilización de Oriente Próximo.
¿Y ahora qué toca? Según la experiencia recabada por Credit Suisse, el mercado ya ha visto los niveles más altos del ejercicio. El cuarto año ha sido rentable en las crisis iniciadas en diciembre de 1852, diciembre de 1915, agosto de 1929, y diciembre de 1972, con rentabilidades de entre el 8,3% y el 46%. Entre el 24 de marzo de 2003 y la misma fecha de 2004 el rendimiento fue del 26% para el S&P 500. El cuarto año bueno sólo falló en la crisis iniciada en 1937, puesto que el suelo se retrasó un par de meses.
El quinto año malo, por el contrario, se ha registrado en las cinco crisis analizadas por Credit Suisse. En todas ellas los mercados de renta variable han bajado. Las mejoras de rendimiento no llegan hasta algunos años más tarde. Tiene su lógica, en el contexto actual, que la subidas de tipos y la normalización o reequilibrio de las economías se cobre peaje entre los bolsitas.
Más preocupante para el mercado es el hecho de que en tres de las grandes crisis los mínimos no han llegado hasta el quinto año. Afortunadamente, en las dos últimas crisis (1929 y 1972) se han marcado mínimos en el tercer año. Las perspectivas de recuperación económica, asimismo, invitan a desechar esta hipótesis salvo una catástrofe geopolítica a nivel mundial.