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Ampliación

Hungría festeja la entrada en la UE con ilusión y cierto temor

La bandera azul de las doce estrellas ondeaba por todas partes en la elegante Budapest y envolvía a algunos de los jóvenes que abarrotaban las calles en la madrugada de un atípico uno de mayo. Una fecha que a sus padres trae recuerdos de desfiles militares de afirmación socialista y que ahora queda marcada como el día en que Hungría, como otros nueve países, volvió a la Europa a la que siempre supo que pertenecía.

La noche fue larga y el día festivo a las dos orillas, Buda y Pest, del Danubio. Los puentes, parques y paseos fueron durante un fin de semana casi veraniego lugar de esparcimiento para miles de familias ilusionadas con lo que entienden como un paso irreversible hacia el progreso. Pero los 10 millones de habitantes de este país centroeuropeo, que no oriental, ven nuevos obstáculos en el camino emprendido a partir de 1989, cuando fue el primer país del bloque socialista en abrir sus fronteras, lo que precipitó la caída del llamado telón de acero.

'Nos inquieta que el capital extranjero se haga con nuestras tierras y empresas. Y tememos que los precios sigan subiendo mucho más rápido que los salarios', confiesa un estudiante de físicas durante las celebraciones. Buena parte de la población necesita compaginar dos o más empleos para seguir el ritmo de los nuevos tiempos económicos. 'Pero no podemos estar en otro sitio que la UE', concluye.

Observadores extranjeros anticipan un esplendor en el país similar al que ha tenido España desde que ingresara en la Unión Europea en 1986

El entusiasmo europeísta -un 83% votó por la integración en 2003- decayó según se iban confirmando las reservas del club de los Quince. Los húngaros no podrán circular libremente por la Unión antes de 2011, ni competir con sus productos agrícolas hasta 2013, y recibirán menos ayudas comunitarias de las esperadas. 'Es muy difícil explicar a 10 países, ocho de ellos ex comunistas, que es el momento de recortar los fondos. Existe el peligro de incorporar a 10 países frustrados', advierte el vicesecretario de Estado de Exteriores, István Major.

La transición implica reformas drásticas como el retraso de la edad de jubilación o planes privatizadores en la sanidad, las que ha emprendido el mismo gobierno socialista que envió tropas a la ocupación de Irak.

Hungría, con todo, ha avanzado tanto en estos 15 años que sus problemas ya no se diferencian tanto de los de miembros más antiguos de la Unión. También aquí preocupa la fuga de empresas, porque sectores como el textil se trasladan más al Este, hacia Rumania, Turquía o Asia. 'La deslocalización es un fenómeno económico natural. Nuestro futuro ya no es el montaje, sino el valor añadido', opina Péter Spányik, director de la agencia estatal de comercio. También se marcha tecnología como la de la fábrica de las consolas X-Box, que Microsoft mudó a China.

Un cierto grado de pesimismo está siempre presente en el ánimo colectivo de Hungría, un país pequeño porque fue derrotado militarmente vez tras vez, desde los tártaros y los turcos a los nazis o los soviéticos. Observadores extranjeros, sin embargo, ven venir un esplendor como el que ha tenido España después de 1986. 'Esto es una película que en España ya hemos visto y aquí van a estrenar', afirma Carlos Junquera, consultor de Hispamer Invest. 'Enseguida van a alcanzar la riqueza media europea'.

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