El Camino portugués
Si todos los caminos llevan a Roma, por la misma regla de tres, también a Santiago de Compostela. El Camino de Santiago es en realidad una entelequia, hecha carne y piedra en numerosos tramos y calzadas perdidas. Sólo en el norte de Portugal hay media docena de ramales que absorben el fluir de arterias secundarias. Las autoridades lusas han obtenido de las gallegas poder utilizar la misma simbología y señalización de nuestro Camino de Santiago, y muchos se sorprenderán de ver lo bien cuidados y documentados que están esos caminos portugueses. En ellos se mantiene de manera más fresca y lozana la atmósfera de magia, devoción o milagrería.
Sólo en la región del norte, y con Oporto como punto de partida, seis caminos se perfilan con nitidez: los del Noroeste, de Lima, del Norte, de Celanova, de la Geira Romana y de Lamego. El más transitado tal vez sea el de Lima, con el que vienen a solaparse en algún tramo otras vías principales, como la del Norte y del Noroeste.
En cualquier caso, la meta de salida será Oporto. La catedral y un buen puñado de iglesias de granito, forradas de oro por dentro, asombran al peregrino en esta ciudad declarada patrimonio de la humanidad. Y que está en estos momentos en plena fiebre renovadora; por cada torre o iglesia, pongamos 10 grúas en su skyline. Apenas recorridos unos kilómetros por la orilla norte, el peregrino sigue acudiendo al Senhor de Matosinhos, un cristo de madera tallado por Nicodemo, encontrado en el mar en el siglo X, y que hace muchos milagros y curaciones. El barrio pescador de Matosinhos está lleno de churrasqueiras donde se asan mariscos en plena calle, perfumando el aire y enardeciendo tanto al espíritu como a las tripas.
Otro hito principal es Barcelos. Allí, en el museo arqueológico al aire libre en las ruinas de un convento, junto a la iglesia matriz, puede verse el padrón o crucero donde está grabado en piedra uno de los milagros más célebres del Camino (que se repite en otros puntos, como la suiza Tafel o Santo Domingo de la Calzada). Se trata de la leyenda del gallo que cantó después de asado para atestiguar la inocencia de un peregrino, al que iban a ahorcar. La leyenda (extendida por toda la Europa medieval) tiene diversas variantes; en el padrón de Barcelos se ve a Santiago vestido de peregrino, que sostiene por los pies al ahorcado para que no se estrangule. El famoso gallo de barro pintado de colorines, que ha llegado a convertirse en mascota de Portugal, tiene su origen en esta leyenda.
Desde Barcelos es casi obligado hacer un desvío a Braga, la metrópoli cristiana más antigua del país, treinta iglesias por lo menos, y avispero de peregrinos. En su catedral románica, a pesar de la limpia y aggiornamento, todavía pueden verse muchos exvotos de cera representando casi los órganos y vísceras del cuerpo. Pero la mayor atracción de peregrinos es el Bom Jesús do Monte, un santuario barroco que se ha hecho célebre (y casi un logo de Portugal) por una empinada escalinata flanqueada de imágenes, fuentes y capillas. Dentro del templo, en el altar de las reliquias, los fieles no dejan ya vísceras de cera, sino fotografías y mensajes escritos, pidiendo o agradeciendo favores y curaciones.
Seguimos hacia el norte y llegamos a Ponte de Lima, que debe su nombre al puente medieval (de origen romano) que se tendió para que los peregrinos pudieran seguir su senda. Ponte de Lima es una de las sorpresas del norte portugués, conserva buena parte de sus murallas y tiene un ambiente distendido y grato. Otra de las joyas es Viana do Castelo, centro neurálgico del Camino del Noroeste. Allí los peregrinos a Santiago tenían un hospital que conserva intacta su fisonomía, a escasos metros de la pequeña y robusta catedral románico-gótica. La Praça da República, con el Ayuntamiento medieval y la elegante Misericordia renacentista, es uno de los rincones más evocadores de Portugal, arropado por una malla de callejuelas que mantienen su carácter desde siglos, eso sí, ocupadas ahora por una tropa de restaurantes encantadores.
Más al norte, Valença do Minho vigilaba ya la frontera, con su impresionante ciudadela de varios anillos, ahora transformada en zoco de lencería y souvenirs. Tui, en la otra orilla del Miño -que los peregrinos cruzaban en barca- da la bienvenida a las tierras del Apóstol.
Guía para el viajero
Cómo irTAP-Air Portugal (tel.: 901 116 718) ofrece cuatro vuelos diarios entre Madrid y Oporto, a partir de 182 euros. Iberia (902 400 500) también tiene vuelos diarios hasta Oporto, desde 172'38 euros. Los principales accesos por carretera son la A1, IP1, A3 y A4. Desde España se puede acceder por Zamora o (mejor carretera) por Salamanca.AlojamientoHoliday Inn Porto (Avda. da República 2038, Vila Nova de Gaia, tel.: 35 1 223 742 600), funcional y acogedor, en una zona menos congestionada que el centro de Oporto. Pousada do Monte de Santa Luzia (Monte de Santa Luzia, Viana do Castelo, 35 1 258 828 889), situada en el monte que domina a Viana, se tiene desde allí una de las mejores panorámicas de Portugal, con jardines y bosques tranquilos en derredor. En Barcelos, la Quinta de São João e do Spírito Santo (Vila Boa, 35 253 811 492) ofrece un turismo rural de gran clase en una casa señorial de los siglos XVI y XVII.ComerEn Oporto, Brasserie de l'Entrecôte (Rua do Passeio Alegre, 225 321 270) con magníficas vistas sobre la Foz (desembocadura del río), es famoso porque sólo sirve un plato: entrecot de solomillo a la brasa con una salsa especial. En Barcelos, A Bagoeira (Av. Dr. Sidónio Pais 495, 253 811 236), casa centenaria que difunde la cocina regional de Minho. En Viana do Castelo, Margarida da Praça (Lg. 5 de Octubre 58, 258 809 630) célebre en todo el país por su especialidad de bacalao al estilo Margarida da Praça.