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Secretos de despacho

Luz y objetivos en la dirección de IDC

Médico, deportista y empresario. Víctor Madera tuvo varias vidas antes de recalar en la que hoy más le satisface, la de gestor sanitario. Y se nota. Sentado al otro lado de una mesa que resulta ser provisional en este despacho que todavía no lo es, una se imagina a este directivo nacido en la década de los sesenta ejecutando todas estas profesiones con la misma batuta y no desafinando ni una sola nota. Tal vez por eso, porque él se siente tan seguro de sí mismo -es incapaz de señalar ni un sólo error en su gestión-, no necesita ni adornos ni despacho para hacer negocios.

El que hoy visitamos, situado en las nuevas y modernas oficinas que la sociedad Ibérica de Diagnóstico y Cirugía (IDC) ha habilitado en el barrio de Salamanca, señal inequívoca de que la gestora de hospitales que preside sigue cosechando éxitos, tendrá un día 'muebles funcionales y ultramodernos para enfatizar el dinamismo empresarial de la compañía', explica el arquitecto y diseñador de interiores. Pero a su presidente esto no parece ni importarle ni interesarle.

La pecera del jefe está llena de cajas. Junto a la pared, el visitante contempla lo que cree que es un lienzo embalado, y pide a su interlocutor, por pura curiosidad y con el afán de penetrar en sus gustos personales, que le muestre la pintura que un día de estos colgará en la pared vacía. Pero aquella no es la posesión de un diletante, sólo es un muestrario de cerámica, las losetas que la empresa está utilizando para mejorar las instalaciones de la Fundación Jiménez Díaz, uno de los 25 hospitales de IDC. El directivo descubre entonces su verdadera obsesión: tener al paciente y su confort, en el punto de mira.

'¿Las claves del éxito? Cuidar las listas de espera y poner al paciente en el centro de la gestión hospitalaria'

La Fundación Jiménez Díaz, una apuesta personalísima de Madera, sale a relucir una y otra vez a lo largo de la conversación en esta sala diáfana y llena de papeles, donde el sol de Madrid se cuela por los espacios vacíos inundando la estancia de luz.

En algunos momentos de la entrevista se refiere a la institución con gesto sombrío, como cuando recuerda aquel día aciago en que la doctora Noelia de Mingo asesinó, en medio de una esquizofrenia mal diagnosticada, a una compañera de servicio y a dos pacientes del hospital.

La capacidad de IDC para gestionar este centro ha sido puesta en entredicho una y otra vez, la última hace tan sólo unos meses, cuando la empresa mantuvo un tenso pulso con los trabajadores de la contrata de limpieza; sin embargo, él insiste que esta adquisición ha sido 'su mayor acierto profesional'. Habla del centro devoción y relata satisfecho la capacidad de sus facultativos para realizar una actividad científica puntera. Una y otra vez, cae rendido ante la investigación médica.

El presidente de IDC no tiene ordenador y sólo necesita un puñado de directrices para trabajar. Su hoja de ruta la conforman diez objetivos: calidad, eficiencia, recursos humanos, innovación, investigación, información online, trabajo en equipo, aumento de ventas, venta de imagen y mantenimiento de una línea ética.

Madera hace negocios fuera del despacho durante todo el día, y dos o tres veces por semana prolonga su jornada laboral hasta la medianoche y alrededor de una suculenta cena. No le importa. Tiene tres hijas preciosas y una esposa maestra que sin duda le hacen la vida muy fácil.

Intuitivo por naturaleza, opina que las tres cualidades que distinguen a un buen gestor son su capacidad para escuchar, su aptitud para transmitir confianza y su talento para formar un buen equipo. No echa de menos ninguno de estos atributos, 'o quizá sí, a veces debería escuchar más', insinúa; pero su problema es otro, asegura, 'aún hoy siento que muchas veces desconozco las claves del sector'. Se refiere a la politización de la vida sanitaria española y a las fricciones que a menudo surgen con los médicos 'profesionales con una altísima cualificación, pero con maneras e ínfulas de artista', afirma, entre la admiración y el enojo.

Como buen atleta, vislumbra los retos profesionales como metas deportivas. Por eso, una vez alcanzada la cota de la FJD y gestionar el Hospital General de Cataluña, él y su empresa esperan con impaciencia que Esperanza Aguirre tome una decisión sobre la gestión hospitalaria de la comunidad de Madrid. 'Nos va la marcha', dice, y se ríe.

Un lector aplicado de Maquiavelo

A este ejecutivo todoterreno le queda poco tiempo para leer, aunque a él le cuesta trabajo reconocerlo. Y cuando lo hace prefiere refugiarse en la narrativa de los best sellers. Es uno de los miles de españoles que han disfrutado en los últimos meses con los enigmas de El Código Da Vinci.Sin embargo, uno puede contemplar asombrado entre los papeles de su escritorio una hermosa edición en inglés de las Obras Completas de William Shakespeare, que Madera ha comprado para regalar a un amigo, y un facsímil de las Actas Históricas de la Junta General del Principado de Asturias.A Víctor Madera le gusta la historia de su tierra, de la que conoce numerosas anécdotas, como aquella de los mineros del carbón que, hartos de comer salmón, tan abundante en los ríos de Cantábrico, exigieron a los señoritos racionar el alimento y almorzarlo sólo dos días.También disfruta con los ensayos. Estos días relee una obra cumbre de la literatura clásica: El Príncipe, de Maquiavelo. Tal vez para descubrir si el fin siempre justifica los medios.

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