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Francia cierra la última mina de carbón

Caras ennegrecidas y tristes descienden nostálgicas hacia la última extracción de carbón, a 500 metros de profundidad. Los 250 mineros empleados en La Houve (en Creutzwald, en la región de Lorena, al este de Francia), se despiden de la última mina en activo cuyo cierre definitivo, hoy viernes, pondrá fin a la extracción de carbón en Francia. 'Si tuviéramos elección, seguiríamos', explica un apesadumbrado minero, 'es un trabajo con un gran espíritu de equipo'.

Sin embargo, la falta de rentabilidad de esta fuente de energía no ha dejado más alternativa que su muerte lenta y programada desde 1994, cuando la empresa pública Charbonnages de France congeló las contrataciones y comenzó el cierre progresivo de cada unidad de explotación. 'Nuestros costes superaban 150 euros por tonelada en 2000, mientras en el mercado mundial se negociaba a 50 euros', explica la compañía. La desaparición de Charbonnages está prevista en 2008.

Como despedida, y en homenaje a los 'valientes' que durante años han arriesgado su vida en búsqueda de la preciada energía fósil, la empresa y el ayuntamiento de Creutzwald (a sólo algunos kilómetros de la frontera alemana) han levantado delante de la mina la reconstrucción del mito, huelgas y accidentes de grisú incluidos, con un coste de 200.000 euros.

Termina así una epopeya industrial de más de dos siglos ligada al despegue sin precedentes de las economías occidentales, propulsándolas fuera de la mera subsistencia, y al abastecimiento energético de Francia tras la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando el país decidió nacionalizar sus recursos y obtuvo récords de producción, alcanzando 60 millones de toneladas en los años sesenta, un hito que no ha vuelto a producirse.

Sin embargo, la entrada en escena del gas natural y del petróleo hacen el declive ineluctable. Pese a un intento fallido de recuperar la actividad tras la crisis energética de 1973, Francia ha reducido drásticamente la producción y sus efectivos en los últimos años. Entre 1985 y 1994 la producción nacional se redujo a nueve millones de toneladas y los efectivos pasaron de 46.000 a 15.000 personas. La progresiva interrupción de la actividad hullera ha sido compensada con ayudas de la Unión Europea, prorrogadas hasta el año 2010, y diversos planes de reconversión y jubilaciones anticipadas a 50 años y un 80% del sueldo. Aun así, todavía quedan zonas de fuerte tradición minera en las que el paro asciende al 15%.

Hoy, la apuesta de Francia es la energía nuclear. Frente al carbón, que sólo provee el 4% de la producción de electricidad, la energía nuclear supone el 78%. Para el recién estrenado superministro de Economía, Nicolas Sarkozy, este tipo de energía, que hoy convierte a Francia en la primera potencia nuclear civil en Europa, representa tres ventajas: la independencia energética del país, una electricidad menos cara que la media europea y menos emisiones de CO2. La construcción de un reactor nuclear de tercera generación, por el que el Ejecutivo ha decidido apostar, levanta fuertes reticencias en la opinión pública y en los sectores ecologistas.

Sin embargo, en el debate abierto sobre el futuro energético del país, 'Francia debería interrogarse sobre el lugar que el carbón podría ocupar en el futuro, aprovechando los estudios que han llevado a cabo países como Estados Unidos o Alemania', según el presidente de Charbonnages de France, Philippe de Ladoucette. 'Al fin y al cabo, el carbón es la energía fósil cuyas reservas superan los 250 años', asegura.

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