Movimiento horizontal
La Bolsa ha quedado atrapada en el rango que oscila entre los 8.300 y los 8.400 puntos de Ibex. Algún que otro día se ha superado la parte alta de esta banda, e incluso se ha marcado un máximo del año. Pero el mercado, poco a poco, regresa a la tónica de las sesiones anteriores al 11 de marzo. Es decir, movimiento lateral, tendencia de fondo indefinida -si acaso, muy levemente alcista- y volatilidad a la baja.
Si antes del 11-M raro era el día en que la Bolsa subía o bajaba más del 0,6%, después lo extraño era que se moviese menos del 1,5%. Ahora regresa la atonía al mercado, para desesperación de algunos observadores. No pocos analistas aseguraban que la corrección posterior al atentado también habría ocurrido de no mediar Al Qaeda. Y que ésta era, en líneas generales, positiva para el mercado en la medida en que suponía purgar las ganas de vender de los inversores. Asimismo, podría sentar las bases de un buen comportamiento posterior. Pues ni era cierto esto ni los índices estaban abocados a un proceso bajista digno de tal nombre. Han regresado a los niveles precedentes al atentado recuperando, también, el estilo aburrido de aquellos días.
La razón está al alcance de la mano para cualquiera que logre desembarazarse de los lugares comunes que plagan el análisis bursátil: no ha pasado nada nuevo. Por lo tanto las cosas no tienen por qué cambiar. El mercado se había estancado y sigue estancado. Los gestores no encuentran motivos para seguir comprando -dado el optimismo generalizado, éstas deberían ser de singular fuerza- pero tampoco para deshacer las posiciones, pues el convencimiento general apunta a una mejora económica.
A bote pronto, y según la teoría generalmente aceptada, la reducción de la volatilidad parece positiva para los inversores, porque no indica un cambio de tendencia que sería, de nuevo, a la baja. Pero decir que el aburrimiento es rentable resulta complicado en un mercado marcado por el cortoplacismo.