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Víctimas

Konecta es más fuerte tras el 11-M

A las nueve de la mañana del pasado 11 de marzo más de una veintena de empleados del grupo Konecta no había llegado todavía a su puesto de trabajo. 'Cuando escuché por la radio lo que había pasado supe que nos había tocado', recuerda Jesús López Jordán, director de recursos humanos de la compañía española, que ofrece servicios telefónicos y de marketing a empresas.

La compañía no será la misma tras esa fecha. Dos de sus empleadas murieron en los atentados del 11 de marzo en Madrid, dos resultaron heridos muy graves, cinco heridos graves y 16 heridos leves. Otros cinco que fueron testigos de la tragedia solicitaron la baja por trauma psicológico.

La plantilla del grupo está compuesta por casi 2.000 personas. La mayoría de ellas trabaja como teleoperador y el horario de los turnos ha de cumplirse escrupulosamente. La sede de la empresa se encuentra en Alcobendas y gran parte de su personal ha de trasladarse desde la otra punta de Madrid en tren, coger luego otro medio de transporte público para llegar a Alcobendas y, una vez allí, subir en el autobús que la compañía pone a disposición de los empleados para alcanzar el lugar de trabajo. Así que muchos de ellos coinciden a diario en los trenes de cercanías que antes de las ocho de la mañana llegan a la estación de Atocha.

López Jordán recuerda que a primera hora de la mañana de ese día faltaban cerca de 25 empleados. 'A media mañana empezaron a llegar trabajadores que se encontraban en los trenes, alguno venía con grapas en la cabeza'. A medio día todavía no habían logrado localizar a seis empleados y 'por la tarde seguían dos desaparecidas; a las 10 de la noche supimos que una había fallecido y 24 horas después conocimos el nombre de la otra víctima mortal'.

La empresa actuó durante ese día y los posteriores como un ente familiar. El departamento de recursos humanos se puso en contacto con los familiares de los afectados para informarles y ponerse a su disposición. A pesar de que la media de edad de la empresa no supera los 30 años, el personal actuó 'con gran madurez, no perdimos el control y nos volcamos en ayudar a los compañeros' dice el director de recursos humanos. La empresa no dejó de atender las llamadas de sus clientes.

Sólo en dos ocasiones ha parado la actividad en la sede de Alcobendas: durante el paro de 15 minutos del día siguiente de los atentados y durante la manifestación convocada el viernes 12. Los socios de la compañía -los principales accionistas son los directivos, Hispamer, Génesis Seguros, el grupo Cesce y Aon Gil y Carvajal- y clientes -entre otros Iberia, Citibank o Unión Fenosa- también se implicaron en la ayuda a las víctimas y sus familias.

El grupo ha destinado más de 100.000 euros para apoyar a víctimas y familiares y se ha hecho contrato indefinido a todos los empleados que han padecido consecuencias físicas del atentado. El comité de dirección se ha comprometido a aportar un 5% de sus bonus salariales del presente ejercicio.

En el edificio de Alcobendas los teleoperadores de Konecta -un 73,7% de ellos mujeres- no dejan de atender llamadas. El ambiente ahora es distinto. López Jordán considera que la relación interna de la empresa 'ha cambiado, hay más comunicación y las distancias entre los equipos directivos y el resto del personal se han estrechado. Además, los clientes han visto que la empresa puede seguir adelante'.

Humanidad en recursos humanos

Jesús López Jordán, en la fotografía, recorrió la zona afectada por los atentados a primera hora de la mañana. Visitó los hospitales y habló con los familiares de los trabajadores afectados. Pero para el director de recursos humanos de Konecta el peor momento llegó el 25 de marzo. La compañía organizó una misa en recuerdo de las víctimas. 'Lo más duro fue cuando las madres de las fallecidas me pidieron conocerse. Sabes lo que es el amor de madre, pero cuando ves esto...'.

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