¿Qué le pasa al Real Madrid?
Pablo Plaza analiza la delicada situación que vive el equipo blanco y sus estrellas. No sólo ocurre en el fútbol. En el mundo de la empresa hay momentos en los que los grandes pierden competitividad frente a los pequeños
Los últimos resultados del Real Madrid en el Campeonato de Liga y, lo que es más preocupante, su juego han hecho saltar la señal de alarma. No se explica cómo un equipo campeón de Europa, plagado de figuras internacionalmente consagradas y que maneja un presupuesto multimillonario en sólo unas semanas haya perdido la final de Copa, haya sido eliminado de la Liga de Campeones y haya perdido el liderato después de llevar ocho puntos de ventaja. La lógica lleva a pensar que un equipo formado por internacionales de países de gran renombre futbolístico, que en el pasado ha conseguido logros y cuya cotización en el mercado alcanza unas cifras mareantes debería superar a sus rivales con relativa autoridad.
Sin embargo, las cosas no funcionan. El equipo parece sufrir una crisis de identidad que amenaza con dejarle al margen de la lucha por el título y tener que conformarse con estar dentro de las plazas que dan acceso a la Liga de Campeones de la próxima temporada. La afición, disgustada con la imagen de su equipo, parece haberle retirado su confianza y ya no pasa ni un solo error sin abroncar a los jugadores. Esta contradictoria situación es muy común en el mundo de los negocios. Así, a pesar de contar con un grupo humano de gran potencial, con los mejores conocimientos y de reconocido prestigio, muchas empresas ven cómo su cuenta de resultados es cada vez más desalentadora. En esta situación, parece claro que contar con los mejores profesionales no es garantía de éxito. La motivación, el compromiso o el trabajo en equipo son componentes esenciales para alcanzar los resultados deseados.
'El liderazgo económico a veces olvida el factor humano y sucede que los poderosos fracasan ante los humildes'
En el caso del Real Madrid, las opiniones de los profesionales del mundo del fútbol parecen apuntar a estos factores como la raíz del problema. La falta de liderazgo por parte del entrenador, la desunión de los integrantes de la plantilla, manifestada en los últimos encuentros con discusiones públicas, y a veces la falta de sacrificio, compromiso y concentración hacen del conjunto un equipo vulnerable. Tan sólo la calidad individual de sus jugadores es la que lleva al equipo madridista a ganar partidos. Esto no ocurre siempre, la inspiración es pasajera y no siempre surge la chispa.
Parece como que faltara entrega solidaria al objetivo compartido que es ganar los partidos y las competiciones. En el equipo empresarial, del que convendría que aprendiera el equipo blanco, tiene especial relevancia la inteligencia emocional de cada uno de sus miembros. Se crea una estructura prácticamente horizontal. Todos comparten responsabilidades y deberes, pero traen al proyecto conocimientos y habilidades diferentes. La figura del líder funciona como vínculo y equilibrio comunicativo entre las distintas potencias. Al igual que en el fútbol, el éxito de una empresa depende del trabajo de un grupo de personas. El trabajo en equipo es una necesidad en la sociedad actual, y especialmente en los negocios, donde con estructuras iguales o más pequeñas se persiguen resultados más y más grandes. Por muy buen profesional que uno sea, siempre logrará mejores resultados si se rodea de buenos colaboradores y trabaja coordinadamente con ellos. No obstante, para obtener el máximo rendimiento del trabajo en equipo, hay que formar un grupo de profesionales capaces, ilusionados y comprometidos con el proyecto. En esta misión, la labor de un líder es esencial. æpermil;ste tiene como principal cometido hacer rendir al máximo al equipo. Pero el liderazgo económico a veces olvida el factor humano y sucede que los más poderosos a veces fracasan frente a los más humildes. Hay que contar también con la competencia. Ya no existen los monopolios y hoy todos los competidores cuentan con talento para plantar cara en el campo y en el mercado. Y es que, a pesar de que cada profesional ha de tener bien definidas sus funciones, no debemos caer en la idea de que el trabajo en equipo es la suma de los esfuerzos individuales. Para lograr el máximo rendimiento es preciso que cada uno de ellos trate de hacer sus actividades lo mejor posible, pero trabajando por el bien colectivo. Y ello se consigue a través de un liderazgo eficaz de los superiores. En las empresas sabemos bien que una de las cualidades más valoradas en los jefes es la de conocer y percibir los valores de cada persona. La labor del líder es observar, enseñar y coordinar eficazmente tareas y personas. La gestión del tiempo y la asignación de tareas apropiadas aseguran el camino al éxito. Por otra parte, y en contra de lo que se pueda pensar, el componente económico no es el principal incentivo en el trabajo, y así lo confirman los últimos estudios realizados en este sentido. La remuneración es un factor importante en la satisfacción del profesional, pero no es un elemento definitivo en su trabajo y en su rendimiento. El ambiente de trabajo, proyectos, reconocimiento público, margen de confianza y libertad de movimientos son tanto o más importantes que la retribución. No es de extrañar que las cifras astronómicas que cobran los jugadores de élite no sean garantía de compromiso, esfuerzo y dedicación para con su club. Cuando se cuenta con un buen grupo de profesionales, la capacidad para compartir esfuerzos, dificultades y victorias marca la diferencia entre un grupo y un gran equipo. Es el principal problema que debe afrontar el Real Madrid y que es extrapolable a muchas empresas.