Luz mediterránea en Randstad
Viste un traje de vistosa raya diplomática, combinado con unos lucidos zapatos de ante en color tabaco. El atuendo de Edwin Schreur, holandés de 39 años, fundador y director general de la empresa de trabajo temporal Randstad en España, es un tanto llamativa si se compara con la imagen de la media de los ejecutivos españoles. Por lo demás, el espacio en el que trabaja, situado cerca del recinto ferial de Madrid, es funcional, siguiendo las directrices que marca la matriz holandesa. No hay excesos. Unos cuadros de pintores holandeses. Y poco más. El mobiliario, el justo para desempeñar su trabajo y atender los compromisos que acarrea su cargo. 'Trabajo en un espacio que me permite ser yo mismo y eso es muy importante'. El único derroche es la cantidad de luz natural que entra por los ventanales del despacho. Después de 15 años en España, se ha acostumbrado a la luz mediterránea y cree que ya no podrá prescindir de ella. Tampoco de tener siempre la puerta del despacho abierta. 'Me interesa conocer y entender a los que trabajan conmigo. Procedo de una familia sencilla. Mi padre trabajó en una fábrica, tuve una infancia feliz y siempre me inculcaron que tenía que dar ejemplo. Desde mi puesto, sé que tengo que ser un modelo', explica.
Llega a las nueve de la mañana a trabajar, pero no se va el último. 'No por ser ejecutivo tienes que estar más horas de las necesarias, pero ocurre igual con el resto de los empleados. Cuando el trabajo está hecho te tienes que ir. Intento poner las reglas del juego y eso se extiende al resto de la plantilla', señala. Procura no llevarse trabajo a casa ni problemas personales a la oficina. 'Yo separo mi vida personal de la laboral', dice Schreur. Lo que exige a todos aquellos que trabajan a su lado es transparencia, integridad, responsabilidad, autonomía y voluntad para trabajar en equipo. Sobre esto último, matiza, que se suele abusar de la palabra trabajo en equipo. æpermil;l lo simplifica: 'No quiere decir otra cosa que dejar que te quiten algo, que no te importe y a la vez sentirte libre'. Para explicarlo pone el ejemplo de Gandhi, 'lo perdió todo y era feliz'. En cambio, en la sociedad actual 'acaparamos cosas para ser felices'.
Llegó a España hace 15 años, con el título de Económicas, sin hablar una palabra de español, con una beca para trabajar en la Cámara de comercio hispano holandesa, 20.000 pesetas en el bolsillo y un billete de avión sólo de ida. 'Sabía que me quedaría en España'. En principio, su intención era quedarse tres meses y después marcharse a Estados Unidos para trabajar en la especialidad de su licenciatura, gestión de hospitales. Luego todo resultó distinto. Era el primer día de agosto y en la Cámara de comercio hispano-holandesa le dijeron que los planes de contratación y la beca no habían prosperado. No se desanimó. Decidió, a pesar de todo, quedarse y aprender español. A mediados de septiembre fue contratado por la institución que inicialmente le había rechazado.
Recuerda que en 1992, cuando empezó a crujir la economía en España y él se ocupaba de supervisar los informes que remitían las empresas holandesas que querían invertir en España, analizó el expediente de Radnstad, que quería introducirse en el negocio del empleo temporal en España. Llamó al consejero delegado y le comunicó que necesitaba profesionales para embarcarse en la aventura española. Tenía 27 años y si algo le sorprendió de aquellas negociaciones con el máximo responsable de Randstad, fue su visión del negocio español. 'Me dijo que necesitaría un barco grande para invitar a los clientes españoles'. Y decidieron construir una copia de un modelo Clipper, en concreto del último velero de carga del siglo XIX, que iba con especias de Holanda a América. Para ello pusieron a trabajar a 350 trabajadores de profesiones a punto de desaparecer e impartieron 300.000 horas de formación. En el año 1993 montó Randstad España. Habla holandés, español, alemán, inglés y francés y se relaja cocinando para sus tres hijos, jugando al golf y al hockey sobre hierba.
El hombre que silba cuando va al trabajo
Se define como calvinista-católico. De ahí, asegura, le viene su austeridad, aunque advierte que sabe disfrutar la vida. Si en algo cree es en el trabajo bien hecho, realizado con pasión y ambición. Explica su teoría: 'La ambición por sí sola no sirve, tiene que estar nutrida por la pasión por las personas'. Y lanza un aviso: 'Si alguien en esta compañía no ama a las personas no se va a entender conmigo ni con la filosofía de empresa'. A las críticas que acompañan a las empresas de trabajo temporal no les da importancia. 'Creo profundamente que lo que hago está bien hecho, que es una labor social. Doy futuro a la gente, aunque no sea un trabajo de por vida, es una oportunidad para adentrarse en el mundo laboral'. En sus argumentos va un poco más allá y cree que es una labor 'ética'. Tan orgulloso está y cree que su conciencia está tan limpia que al trabajo 'va silbando'. En los más de diez años que lleva en Randstad cuenta con los dedos de la mano los días que no le ha apetecido ir a trabajar. 'Creo en lo que hago'.