La estabilidad de la Bolsa, rota
Como bien decía un gestor hace apenas dos semanas, 'la volatilidad es baja, sí, pero sólo hasta que deja de serlo'. Es una perogrullada, pero en los mercados no abunda el buen sentido. Se decía por aquel entonces que la baja volatilidad de las Bolsas era una buena señal en la medida en que no indicaba un cambio de tendencia. Como el mercado se mueve poco, los gestores no tienen incentivos a recoger beneficios porque difícilmente van a poder comprar mucho más barato. De este modo la tendencia se suaviza e invita al inversor a entrar en el mercado.
Hasta que la volatilidad deja de ser baja. Fue por el atentado terrorista en Madrid, ese fatídico 11-M. Podría haber sido un acontecimiento menos traumático el que hubiese desatado el cambio de perfil en los mercados. Pero el fino analista advirtió algo que es evidente pero que al mercado, cosas de la inercia, se le suele escapar. Esto es, que nada dura para siempre. Ni la euforia, ni las crisis, ni la estabilidad. No hay mal que cien años dure, que dice el refrán.
Antes, allá por 2000, la tesis generalizada era que las subidas de la Bolsa iban a continuar. Habían continuado durante cuatro o cinco años sólo salpicadas por pequeñas crisis. Pero nada había detenido los avances luego, ¿por qué iban a cambiar las cosas? Cambiaron y los mercados comenzaron a perder posiciones. Tres años duró la crisis. En este caso la percepción del mercado fue distinta, pues es más fácil acomodarse en los mejores momentos. Nadie pensaba que fuese a durar para siempre, pero sí se encontraban razones sistemáticamente para posponer el cambio de tendencia del mercado.
Estas suposiciones son las que crean las burbujas financieras. Y, de hecho, ya antes de los atentados algunos expertos señalaban que la complacencia con la que se comportaba el mercado en las últimas semanas estaba generando sobrevaloraciones alarmantes en sectores como el tecnológico.