Sentido práctico en Contrapunto
Recalca una y otra vez que lo importante no son los espacios físicos, sino las personas y las ideas. Cuando habla lo hace mirando directamente a los ojos. Es tranquilo, parece ordenado y transmite cierta calma cuando despacha sus argumentos. Carlos Martínez-Cabrera ocupa, desde hace cuatro meses, el cargo de presidente de la agencia de publicidad Contrapunto y afirma que los despachos sólo sirven si es para favorecer las relaciones y las ideas. 'Uno se proyecta en las relaciones que se establecen para construir el futuro', señala. Ocupa una habitación luminosa y abierta, en la que dice sentirse muy libre y en la que siempre da la bienvenida a todo aquel que 'aporte ideas y vida'. Asegura que si algo valora es la diversidad de opiniones, 'en Contrapunto no somos clónicos'.
Heredó el despacho de su antecesor, el argentino Pablo Alzugaray. 'Pero la carga hereditaria la heredamos de nuestros padres, somos nosotros y nuestras circunstancias. Es el equipaje que llevamos. Para mí no es importante el despacho'. Lo que sí ha hecho, según explica, es adaptarlo a su personalidad, donde los objetos y la decoración no es lo primordial. 'El espacio físico es etéreo. No necesito grandes cosas'. Su puerta está abierta a todos los miembros que componen la agencia, pero, sobre todo, está en permanente conexión con el director creativo, Antonio Montero.
Tiene 40 años, vividos intensamente. Lleva 15 vinculado al mundo de la publicidad, disfrutados al límite. 'Es un trabajo muy absorbente. Los plazos de trabajo son muy cortos, pero lo importante es saber cómo sobrellevarlo'. Por si acaso, él procura relativizar todo lo que le sucede. Está tranquilo. Contrapunto 'está bien situada, es una compañía con trayectoria, bien dimensionada'. Llegó a esta profesión, cuenta, por accidente. Es licenciado en Derecho. Su primera incursión profesional fue en el área del marketing. Cuando finalizó un máster en Dirección de Empresas, orientó su carrera hacia el sector de la consultoría, pero los continuos viajes que conllevaba su actividad le hizo abandonar este sector. Prefirió 'echar raíces' en España. Entró a trabajar como ejecutivo de cuentas en la agencia BBDO y allí encontró su camino.
'Ojalá las empresas y los directivos se soltaran un poco más la melena para ser más creativos'
Desde 1997 trabaja en Contrapunto, donde ha ocupado diversos cargos: director de servicios al cliente, director general y ahora máximo responsable. 'En mi caso todo es vocacional. Me apasiona este trabajo'. Pero no sólo se vuelca en su ocupación, también en la de sus clientes.
'Nuestra marca es sinónimo de creatividad. Somos afortunados porque nuestros clientes son más creativos que la media. Ojalá las empresas y los directivos se soltaran un poco más la melena y se arriesgaran para ser más creativas'. Entre sus clientes, asegura, se encuentran empresas como Mercedes Clase A, Wanadoo, Sanitas, Altadis, El País, Warner Bross Park, Digital +, Pans & Company, Chrysler Jeep, Smart y Puma.
Reconoce que es un ejecutivo muy riguroso. No todo sirve. 'Exijo divertirme, pasármelo bien. Si no es así difícilmente podremos hacer un buen trabajo'. A los suyos le pide madurez, flexibilidad, sentido de equipo, pasión y vocación'.
Martínez-Cabrera suele llegar a trabajar todos los días sobre las nueve de la mañana, trata de no comer en la oficina, y se marcha en torno a las nueve de la noche. 'Paso muchas horas en el trabajo, pero no es ninguna obligación. Mi trabajo es una afición'.
Le gusta jugar al pádel, al tenis, al golf y al fútbol, todos deportes de equipo. 'Es lo que ha marcado mi naturaleza. Me gusta compartir con las personas. Soy una persona competitiva, pero sé aceptar una derrota. Es muy importante conocer las limitaciones propias y entender las virtudes de los demás'. Muchas veces ganar no es lo prioritario. 'Es mejor disfrutar mientras dura el juego que ganar'.
Es poco maniático. Sabe moverse en el caos, siempre y cuando sea organizado, porque el desorden 'genera vida, grandes ideas y creatividad'.
Un retrato de la mili para no olvidar
En una estantería hay un retrato de un joven vestido de soldado, con un generoso bigote. Es Carlos Martínez-Cabrera guarda con especial cariño la fotografía de cuando hizo el servicio militar. No lo hace por nostalgia. 'La tengo cerca porque no quiero olvidarme de reírme de mí mismo. Es importantísimo no perder el sentido del humor, sobre todo cuando te dedicas a una actividad sometida a mucho estrés'.Un día decidió regalarle a una compañera su retrato de soldado para que la pusiera en su mesilla de noche, Pero un buen día la compañera se la volvió a regalar a él. Y desde entonces le acompaña en el despacho. 'Es una imagen que está tan alejada de mí que me hace gracia. Las personas somos nuestros extremos con muchos intermedios'.Lo bueno está en saber reconocerse. Dentro de diez años se ve trabajando en Contrapunto. Para entonces, le gustaría que la compañía se mantenga a la altura de las expectativas de la marca, que no es otra que fomentar la inteligencia creativa orientada al éxito del negocio del cliente.