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La opinión del experto

Matizaciones de Floro

Matizaciones al reportaje publicado el pasado 1 de marzo en el suplemento Directivos, en el que, sobre la base de las 'declaraciones públicas' hechas por mí para explicar los motivos de mi salida como entrenador del Villarreal SAD, toman mi caso como un ejemplo negativo de dirección de grupo. Pueden contarse con los dedos de una mano las veces que, a lo largo de mis 25 años de vida profesional, he puntualizado con el periodismo ciertas críticas hacia mi persona o trabajo. Si lo hago en este caso es porque estoy considerando el asunto más como una cuestión de formación y pedagogía, tema que me apasiona, que como un conjunto de críticas hacia mi imagen profesional o personal de las cuales, como pueden suponer, estoy curado de espanto. Su intención no es mala, pues la interpreto, ya digo, como un ejemplo pedagógico de lo que no hay que hacer; dejando caer, de soslayo, lo que sí debe hacerse. Sin embargo, no son conscientes de que no se deba enjuiciar negativamente a persona alguna o a sus hechos, sin antes conocerlos.

La primera matización es que en lo único que se parece el fútbol profesional y el mundo empresarial, que ustedes asesoran, es en la vital importancia del resultado. Ya que de ahí en adelante sus diferencias son notables, empezando por la frecuencia para determinarlo, pues en las empresas se hace trimestralmente, mientras que en fútbol se hace semanal y hasta diariamente. Queriendo esto decir que se puede corregir algo para que en tres meses dé tiempo a mejorar; pero en una semana, difícil resulta hacerlo. La segunda es la participación de los protagonistas, que en las empresas es diaria y en el fútbol, una o dos veces por semana. Por otro lado, y hay que tenerlo en cuenta para cualquier análisis, esa participación lo es sólo para la mitad de la plantilla, con el consiguiente malestar que eso origina en un profesional.

La tercera es el control de la productividad. En las empresas se puede cuantificar y asignar, mientras que en el fútbol, de momento, parece imposible; ya que al ser un juego y colectivo, cuando llega la hora del reparto de responsabilidades del fracaso la mayoría se excusa en los 'otros' y en las 'otras razones': suerte, árbitro, cambios... (he dicho 'de momento', porque soy de los pocos que sí le dan al fútbol ya esa posibilidad para cuantificar, como en el baloncesto, las acciones tácticas que debería hacer un jugador y las que hace). Lo cuarto es que un equipo de fútbol, para que alcance el resultado correspondiente a su previsible calidad, debe tener en buena armonía y estado las relaciones entre los tres pilares internos (directiva, técnicos y jugadores), para lo cual es fundamental tener una estrategia general de trabajo, actitud y comportamiento que sea comprendida por todos y que todos, además de creer en ella, trabajen en la misma dirección para llevarla a buen término. Dentro de esa estrategia general se tiene la idea de que lo único importante, por encima de métodos y demás, es la plantilla de jugadores. No voy a entrar aquí a desvelar secretos y responsabilidades del hecho importantísimo que es la formación de ella. Quiero sólo manifestar que una vez confeccionada, varias cuestiones van a ser determinantes para que el jugador ofrezca lo mejor de sí de manera constante; unas que nacen de él mismo, a saber: su sentido de la responsabilidad, su madurez, su carácter, su amor propio, su afán de superación, su dignidad; y otras que le vienen de fuera, como son: el temor a su imagen pública, a las consecuencias de sucesivas malas actitudes, especialmente, las repercusiones sobre sus contratos (orgullo y contratos, que dice Johan Cruyff); y, por encima de todo, las opiniones de sus consejeros, papás, hermanos, representantes, directivos, amigos periodistas... La quinta es que hablamos de chavales recién salidos de la adolescencia, entrados en la juventud y en tránsito a la madurez, cargados de buenos kilos de pesetas, de adulaciones y agasajos, que se mueven en un mundo tan irreal e indómito como es el de la imagen, y con una formación tanto académica como emocional no apropiada para tanta dificultad. Y no de trabajadores de una empresa, ya sean operarios, técnicos medios o directivos, de sueldos pequeños comparados con los de ellos, anónimos, y que no pueden recibir ayuda de nadie ante el fracaso.

Un equipo rendirá si las relaciones entre directiva, técnicos y jugadores están unidas en una estrategia

Un equipo rendirá acorde a sus posibilidades si las relaciones entre los tres pilares de la entidad: directiva, técnicos y jugadores, están unidas en torno a una estrategia común tanto de juego como de comportamiento. Y que el jugador lo hará en función de su amor propio, de su afán de superación, de su dignidad, o del temor a su mala imagen o repercusiones sobre su contrato. En el primer caso es fácil corregirle y perfeccionarle; mientras que en el segundo, o un grupo interno de jugadores positivos tira del carro y lo arrastra o la premura del éxito impedirá, con toda certeza, la aplicación de cualquier otro medio no coercitivo para su mejora.

No quisiera acabar, sin luchar por reivindicar mi capacidad profesional ante los participantes en el reportaje y los lectores, porque ninguno sabe de mis métodos, de mis diálogos con ellos, de mis reuniones individuales y colectivas, y su periodicidad, de mi apoyo en los profesionales de la psicología y del trabajo en grupo, de la forma de llevar las cosas de la conducta el club, de mis avisos (no hubo ninguna ruptura sin anticiparla). Espero que lo sopesen.

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