Hace hoy cuatro años
Hace hoy cuatro años el Nasdaq marcaba el nivel más alto de su historia: los 5.048 puntos. Un día antes había superado la barrera del número redondo. Internet, que llevó a la ruina a numerosos inversores, permite también rescatar de la página web financiera de la CNN lo que entonces se decía por el mercado. 'El 52% de los hogares invierten en Bolsa y lo quieren hacer en aquello que ha rentado un 70% el último año. Según el dinero siga llegando a los fondos de Bolsa, esto el mercado alcista durará', afirmaba uno.
Otro explicaba por qué invertía en tecnología. Prefería eso a pagar un PER 30 por las empresas del Dow Jones, que crecían menos. 'Es fascinante ver cómo el capital intelectual se transforma en beneficios', apostillaba un tercer estratega.
Ni un solo comentario alertaba de que las cosas podían haber ido demasiado lejos. Al contrario, todos resaltaban encantados la maravillosa gallina de los huevos de oro. Se decía que si la relación entre Dow Jones y Nasdaq se prolongaba durante otros 12 meses, el índice tecnológico superaría en puntos al tradicional. Hoy éste es cinco veces superior.
Más que la euforia incontenida, llama la atención la falta absoluta de señales de cautela en aquellos momentos. Ni una sola cita, no ya acerca de la sobrevaloración del mercado -cinco años de alzas habían callado a los bajistas- sino simplemente sobre la posibilidad de una toma de beneficios. Las burbujas no hacen prisioneros. Se basan , precisamente, en el consenso absoluto e irracional acerca de la tendencia en los precios del activo. Este consenso es, de hecho, una de las señales que delatan a las posibles burbujas.
Rememorar el pasado sirve para poco. Sobre todo porque, cuando 1.000 euros invertidos en Cisco se transforman en 31.000 en cinco años, de poco sirve tirar de hemeroteca. Este es otro de los aspectos que define las burbujas: son tan rentables que el inversor, voluntariamente o no, cerrará los ojos. Por eso dentro de unos años, o quizá de no tanto, se repetirá la historia.