Compras de altos vuelos
Más allá de gastar por gastar para no llevar moneda extranjera de regreso a casa, comprar en las tiendas de los aeropuertos permite encontrar desde un regalo original que no se vende en otro sitio a un traje de baño en pleno invierno, pasando por alta joyería con descuento.
Son casi las doce de la mañana y en la terminal internacional del aeropuerto de Barajas (Madrid) se mezclan los pasajeros con destino a Chicago, Nueva York, Lima o Buenos Aires. La perfumería Sensación de Aldeasa, con más de 900 metros cuadrados (la más grande de Europa en el entorno aeroportuario), es un hervidero. Aunque, según Teresa, la encargada de la tienda, 'la hora punta es de 8 de la tarde a 12 de la noche'. En este espacio, es posible eliminar (gratis) los signos de cansancio en menos de quince minutos con un maquillaje dado por manos expertas. También se puede comprar el último perfume de Estée Lauder, Beyonce Paradíse, que todavía no se vende en España, o un lápiz de ojos para hombre, de Gaultier, en forma de estilográfica, que sólo se comercializa en dos puntos de venta de toda España. Tras unos minutos en Sensación, cada cliente gastará 60 euros de media. Muchos productos van etiquetados con el precio local y el precio de aeropuerto (unos cinco euros más barato). Los más vendidos son los envases de viaje. Los clientes, en su mayoría, proceden de América.
Carrito en mano, los viajeros pasean entre el lujo de tiendas como Loewe, Hermès, Bvlgari o Cartier, casi vacías al mediodía. Según Mónica, que está al frente del área de joyería, muchos clientes se acercan sólo para conocer los precios, comparan en su ciudad y, en un segundo viaje, terminan comprando en el aeropuerto. Los descuentos pueden llegar al 30% y son superiores cuando se viaja a países ajenos a la UE, porque se evitan impuestos. Cartier es la firma que más vende, pero, por ejemplo, a los viajeros rusos les gusta Carrera y Carrera.
Las tiendas de Barajas reciben la visita de 2,6 millones de viajeros al mes
Sólo en enero, Barajas registró 2,6 millones de pasajeros. ¿Cuántos centros comerciales están en calles con tanto tránsito? Quizá ésta sea la razón de que la crisis que afecta a las grandes firmas de moda no se note en tiendas de Barajas como Hermès, señala Mónica. En textil, el peso del viajero de negocios se deja sentir. Corbatas para ellos (sólo en la tienda Museum Musei de la terminal internacional de Barajas se venden 30 al día) y pañuelos para ellas. En Escada Sport o Timberland la ropa de temporada es de todas las temporadas. En el aeropuerto no hay estaciones y en febrero ¿quién no necesita un traje de baño para ir al Caribe? En la juguetería, si compra un avión de radiocontrol, complementos de la Barbie o libros educativos en inglés hará que sus hijos sean los más originales del colegio.
El Bosco no es para niños
'¡Pero cómo se atreven a vender juguetes para niños con mujeres desnudas!'. El viajero, de Estados Unidos, agita en sus manos un puzle ilustrado con el jardín de las Delicias de El Bosco. 'Señor, esto es arte y está en El Prado', replica la vendedora. No hay acuerdo, pero el asunto tampoco va a mayores.La anécdota, vivida hace unos días en la tienda Museum Musei del aeropuerto de Barajas, es sólo una de las muchas situaciones que se generan por el cruce de culturas. Según explica Isabel, encargada de estas tiendas con objetos de los museos de España, a los suramericanos les gustan los damasquinos; a los japoneses, los pañuelos con motivos de Picasso o Dalí, y quienes viajan por trabajo son fieles a la corbata para estar siempre impecables.Pero, si en algo coinciden todos, es en el gusto por el typical spanish. Un ejemplo: no se venden trajes de flamenca, pero sí unos delantales que imitan este vestido folclórico y hay quien compra dos para unirlos y hacer el traje.