Aún pendientes de América Latina
La crisis latinoamericana que sacudió a la Bolsa española durante los años 2001 y 2002 se resolvió, pero no tanto como para que los inversores se permitan el lujo de olvidarla. Se ha convertido en una suerte de enfermedad crónica benigna que, de vez en cuando, da algún susto a los grandes valores del Ibex. Son sustos sin consecuencias, cuyo efecto no va más allá de que la Bolsa española empeore ligeramente, y durante una sesión o dos, el comportamiento de otros mercados internacionales.
Ocurrió hace pocas semanas con Argentina, cuando revivieron los rumores de problemas en la renegociación de la deuda, rumores que tumbaron el índice Merval. Después, la dimisión de un ministro de Lula en Brasil ha pasado igualmente factura a la Bolsa local y, de rebote, al mercado español. La factura es, con todo, muy pequeña. Apenas sufren las cotizaciones, y la preocupación pasa a mejor vida al primer dato económico estadounidense que sea publicado. Pero la sensibilidad de la Bolsa española a América Latina es un factor que no se debe olvidar, pues si en un futuro se produce un susto de mayor magnitud, la reacción del mercado será, presumiblemente, proporcional.
No es, ni mucho menos, una cuestión por la que merezca la pena alarmarse. Lamentablemente, hay otros nubarrones en el horizonte de medio plazo de color más oscuro. El corto plazo es cuestión distinta y da menos quebraderos de cabeza. La tendencia está relativamente definida, los rangos de fluctuación son estrechísimos, lo que reduce el margen de error de los operadores.
Unido esto a que la réplica de los índices estadounidenses es cada día que pasa más eficiente, la Bolsa ha perdido interés para los observadores pero lo ha ganado, y en gran medida para aquellos que viven de ella. El pulso de las últimas sesiones, no obstante, sugiere la famosa corrección del 5% de la que hablan los expertos desde hace varias semanas. Aunque el mercado apenas ha retrocedido, Wall Street sí da síntomas de querer un respiro.