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Centro de Estudios

Europa quiere un instituto de estudios propio

La brecha atlántica afectaba hasta ahora a productividad, renta y tecnología. Pero la Unión Europea ha descubierto que también en el pensamiento EE UU ha tomado una peligrosa ventaja. Francia y Alemania quieren recortar distancias.

La brecha atlántica afectaba hasta ahora a productividad, renta y tecnología. Pero la Unión Europea ha descubierto que también en el pensamiento EE UU ha tomado una peligrosa ventaja. Francia y Alemania quieren recortar distancias. Los dos países impulsan la creación de un poderoso Instituto de Estudios Europeos, centrado en la economía, cuyo análisis y pensamiento no palidezca ante la envergadura de los llamados think tanks estadounidenses. 'La iniciativa saldrá adelante, porque Berlín y París están decididos a poner el dinero que haga falta', auguran fuentes del Consejo de la Unión Europea.

Los pasillos comunitarios incluso especulan ya con el nombre de Jean Pisani-Ferry como gestor del nuevo centro. Este economista francés goza de una excelente reputación que le ha permitido permanecer en el Ministerio de Economía del Gobierno galo con socialistas y conservadores. El también francés y actual comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, suena como presidente honorífico.

Prestigiosos centros como el IFO alemán o el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas no parecen ya suficientes. Berlín y París quieren un centro con perspectiva europea. 'El carácter de los institutos europeos se identifica muy claramente con su país de origen', admite William Floyd, jefe de servicio de la unidad de estudios que creó el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi. Floyd opina, empero, que 'no faltan ideas y análisis. La clave es que se presenten en el momento adecuado'.

Prestigiosos centros como el IFO alemán o el Observatorio Francés de Coyunturas no son suficientes

Ann Mettler no parece compartir ese diagnóstico. 'Poca gente aquí tiene el poder de las ideas', afirma tajante esta alemana que el año pasado conmovió los cimientos de Alemania con una carta abierta al canciller Gerhard Schröder. Mettler, que completó en EE UU su educación postuniversitaria, se espantó al regresar con la falta de innovación en su país natal. 'El ambiente intelectual estadounidense es mucho más abierto', afirma ahora desde su puesto de directora ejecutiva de The Lisbon Council, un centro de estudios del que es cofundadora. 'La investigación es mejor en EE UU, tiene mucho más peso intelectual e influye realmente en el devenir político', compara Mettler.

'Los think tanks americanos tienen más fondos y eso marca una diferencia esencial', contraataca una antigua analista del Centre for European Policy Studies (CEPS). 'Además, todos hablan el mismo idioma, y eso permite más fuerza'. En Europa, la falta de recursos se ha agravado desde los años ochenta, según los veteranos del sector, hasta deparar un enclenque pensamiento europeo. En ese erial, el estadounidense Robert Kagan no tuvo dificultad hace dos años en dejar impronta con su definición tipo 'cosmopolitan' sobre la Europa venusina y los EE UU de Marte. Y la división entre vieja y nueva Europa del secretario estadounidense Donald Rumsfeld todavía triunfa en discursos, escritos y análisis.

Algunos institutos, como el CEPS y el European Policy Centre en Bruselas, o el Centre for European Reform en Londres, intentan enriquecer el debate desde hace 20 años. La mayoría de sus estudios, sin embargo, se apegan a la realidad comunitaria inmediata y rara vez logran o buscan una influencia a largo plazo.

'Y ejercen un poco de lobbies a favor de la integración europea', reconoce Floyd. No sólo se nutren de financiación comunitaria, sino que sus estudios son presa muchas veces de una jerga 'que no traspasa la frontera de Bruselas', según Paul Hofheinz, presidente de The Lisbon Council.

La escena intelectual de Bruselas acusa, además, cierta carencia de actores. Antiguos comisarios europeos como Karel Van Miert o Donald Sutherland se sientan en los consejos asesores de varios centros de estudios. Y el humor del también ex comisario Etienne Davignon parece inevitable como moderador de cualquier debate.

UE-EE UU Los mismos rasgos, pero no igual de marcados independencia recursos fórmulas

A uno y otro lado del Atlántico es difícil encontrar algún instituto de estudios que no proclame su independencia. Pero en ambas orillas cada centro de pensamiento se identifica con una tendencia política o económica. En Europa, la piedra de toque es la posición de cada uno de ellos sobre la integración comunitaria. Casi todos son favorables, y algunos entusiastas promotores del proyecto. En EE UU, la clasificación más simple los divide en republicanos y demócratas. Entre los primeros, el American Enterprise es el más prestigioso.Aportaciones públicas y privadas financian la labor de los institutos de estudios. Los contribuyentes, en función de su 'cheque', tienen derecho a una cosecha de pensamiento más o menos sustanciosa. En la Unión Europea, las aportaciones de las multinacionales oscilan normalmente entre 1.000 y 12.000 euros, mientras que en EE UU pueden superar fácilmente los 25.000 dólares.Los sesudos y voluminosos estudios están dejando paso a nuevas fórmulas de pensamiento. El emergente think tank estadounidense New American Foundation se concentra ya en breves artículos en prensa que buscan una certera influencia en el devenir político de su país. Otros como el Tech Central Station centran ya su reflexión en las nuevas tecnologías. Y en Bruselas acaba de abrir sus puertas The Centre, que afirma ser el primer 'think-do tank' comunitario, una combinación de pensamiento, lobby y relaciones públicas.

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