El elevado coste de la torre de Babel europea
Capuchino es una de las pocas palabras que se entiende en toda la Unión Europea. La universalidad de este cafetero vocablo italiano escasea, sin embargo, entre el millón y medio de páginas que cada año traducen los lingüistas comunitarios a los 11 idiomas oficiales de la Unión Europea. La cifra aumentará a 2,4 millones de páginas a partir del próximo 1 de mayo, cuando la incorporación de 10 nuevos países añada nueve idiomas oficiales, hasta llegar a 20. Sólo Chipre llega con una lengua ya reconocida, el griego. Pero el proceso de reunificación del pequeño Estado puede convertir también en oficial el turco, que se habla en la parte norte de la isla.
La explosión lingüística aumentará en 125 millones la factura anual de los servicios de traducción -escrita- e interpretación -oral- de la Comisión Europea, hasta alcanzar 560 millones de euros. En el conjunto de las instituciones comunitarias (Parlamento, Consejo, Tribunal, etc.), el incremento puede superar los 300 millones de euros y situar el coste en más de 900 millones al año. '¿Mucho?, ¿suficiente?', se pregunta Karl-Johan Lonnroth, director general del servicio de traducción de la Comisión. 'Creo que es lo mínimo que podemos dedicar a algo que no es sólo un derecho democrático sino también una necesidad'. Este finlandés, que desde su incorporación a la Comisión habla 'francés e inglés para poder sobrevivir en esta institución', recuerda que en la Unión 'hay 200 millones de personas que no hablan otra lengua que la materna'.
'Si no hubiera servicio de traducción, la legislación comunitaria resultaría inteligible para estos ciudadanos', afirma Lonnroth, para sentencia que 'lo que está en juego es la legitimidad de la Unión Europea'.
Bruselas dispone del mayor servicio de traducción del mundo, con 1.300 lingüistas y 500 personas en labores de apoyo
Lonnroth dirige lo que se define como 'el mayor servicio de traducción del mundo'. La ampliación de la UE añadirá 60 lingüistas a una plantilla de 1.300, y 110 plazas a las 500 actuales de labores de apoyo.
La Dirección General de Interpretación que encabeza Marco Benedetti también deberá aumentar el personal para atender las 420 combinaciones posibles de traducción simultánea entre 21 lenguas. 'Aunque esta ampliación es más compleja que todas las anteriores', señala este italiano, 'es también a la que llegamos mejor preparados'. El equipo de Benedetti consta de 450 intérpretes, aunque recurre puntualmente a otros tantos especialistas independientes. Cada nueva lengua requiere 40 intérpretes por día en unas instituciones que celebran medio centenar de reuniones con derecho a interpretación. En el resto, la lengua franca indiscutible 'es el inglés', señala Benedetti. El idioma de James Joyce, que sólo es oficial en la UE desde que en 1973 ingresaron Irlanda y Reino Unido, ha desbancado tanto al francés como al alemán, las otras dos lenguas de trabajo admitidas por la Comisión.
Los servicios de traducción garantizan que ese dominio respete, al menos, la supremacía de la lengua vernácula en cada país. El precio: 'Dos euros, lo que cuesta un café, por ciudadano y año', calcula Benedetti. La ampliación elevará un poco la factura. 'Pero no mucho más', asegura el italiano, 'de lo que cuesta un capuccino'.