El mundo editorial recuerda a Immanuel Kant en su bicentenario
Hoy se cumple el bicentenario de la muerte de Immanuel Kant, uno de los pensadores más importantes de la historia, autor de Crítica de la razón pura, donde formula una nueva teoría del conocimiento. El acontecimiento será rememorado en cada rincón de Alemania, con congresos y simposios sobre la vida y la obra del filósofo.
El bicentenario también está muy presente en el mundo editorial, con la aparición de tres biografías, una de Steffen Dietzsch, otra de Manfred Kühn y una tercera de Manfred Geier, sobre las preocupaciones kantianas. Las tres profundizan, además, en la visión que se suele tener de Kant como hombre sistemático hasta la neurosis, no sólo en su filosofía sino en su vida cotidiana.
Kühn, el autor de la más extensa de las tres, se ocupa de la vieja historia de que la rutina de Kant era tan precisa que sus vecinos en Kaliningrado podían controlar el funcionamiento de sus relojes guiándose por los paseos habituales del filósofo. En cualquier caso, los tres autores coinciden en que en el centro de sus preocupaciones y de la vida que se impuso, Kant tuvo desde el principio la idea de la libertad y de la autonomía de la razón ante las autoridades.
Manfred Geier hace de esa idea el hilo conductor de su ensayo El mundo de Kant y muestra como el filósofo, desde su primer trabajo, escrito a los 22 años y dedicado a discutir las ideas de ímpetu y fuerza en Leibnitz y Newton, reclamó para sí el derecho de pensar por sí mismo. Esa declaración de independencia intelectual adquirió con el tiempo un carácter político y se convirtió, a través de sus ensayos, en un desafío al absolutismo político y a la ortodoxia eclesiástica.
En España, con motivo del bicentenario se publica un libro más: Vida íntima de Kant, un libro de Ehregott Wasianski y Thomas de Quincey, a cargo de la colección sevillana El Clavo Ardiendo (Renacimiento). La obra no trata en absoluto de filosofía, sino que recoge la vida cotidiana del genio gracias al testimonio directo de Wasianski, que lo conoció en su juventud, cuando fue alumno suyo, y le acompañó durante sus últimos años, y recreada por el estilo literario de De Quincey, lo que adscribe al libro en un curioso género entre la biografía y la literatura testimonial.